APARTAMENTO 302

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Darío y Karina se sentaron juntos en la parte de al fondo, estar ahí se les hizo familiar, era como cuando recién se habían conocido.

—Cuánto falta para que lleguemos?... -preguntó Karina con sueño.

—15 o 20 minutos. —respondió Darío.

–Está bien... avísame cuando lleguemos, creo que me voy a quedar dormida...

—No te preocupes.

Ella cerró los ojos y al rato se quedó dormida.

—(Y ahora qué voy a hacer...) —pensó Darío

Ciertamente, se precipitó al ofrecer su ayuda sin pensarlo mucho. Habían algunas cosas que debía resolver primero.

—(Si mi mamá aún no llegó del trabajo podría hacer que Karina se esconda en mi cuarto... Sin embargo, si ya llegó entonces como haré para meterla sin que se de cuenta... si me descubre que estoy llevando a una chica a escondidas estaré en problemas... aaaah!)

A medida que el vehículo avanzaba, Karina iba dejando caer su cabeza hacia un costado, así estuvo hasta que terminó apoyándose en el hombro de Darío.

—Karina? —Darío gira su cabeza para verla—. Ah... se quedó dormida. —dijo en voz baja.

Él no la movió de su hombro sino la iba a despertar, en su lugar prefirió cerrar también los ojos y tratar de relajarse hasta que llegaran a su parada. De todas formas, tener a Karina apoyada en él se sentía bien.

Un rato después, Darío la despierta para avisarle que ya tenían que bajar. Desde la parada caminaron unas cuantas cuadras más.

—Y vives con alguien más? —preguntó Karina.

—Solo con mi mamá. —respondió Darío.

—Te deja llevar chicas a su casa así como si nada?

Darío se ríe un poco y le responde.

—jajaja, no.

—Idiota! entonces?...

—Tranquila... la idea es que ella no se de cuenta.

Karina frunció el ceño y se pasó una mano por la frente.

—Debí suponer que me saldrías con alguna pendejada... Va, igual no me queda de otra. —dijo Karina.

Ya eran las 10 de la noche y un poquito más, iban pasando por casas y apartamentos.

—Darío espera. —dijo Karina.

Ella lo había agarrado de la mano para que no siguiera avanzando.

—¿Q-qué pasó Karina?

—Es que... se me ha erizado la piel, siento que alguien nos está siguiendo.

Ambos voltearon casi al mismo tiempo y dieron un vistazo a su alrededor. Habían algunas personas además de ellos que también pasaban por ahí, todas parecían personas corrientes, por lo que pensaron que quizá solo fue una falsa alarma.

—Tienes un sentido muy agudo no Karina? -dijo Darío.

—Que raro... no entiendo que me pasa. —dijo Karina.

—Quizá sigues aturdida por lo que ha pasado.

No le dieron más importancia al caso y siguieron con su camino. Sin embargo, doblando una esquina se había escondido Alan, quien se percató inmediatamente que la chica de ojos rojos iba a voltear. Él asoma su cabeza por aquella esquina y observa por donde se dirigían Darío y Karina.

—Creo que ya se dieron cuenta que los estoy siguiendo... no, debo seguirlos hasta ver a donde llegan. -dijo Alan.

Al rato, Darío y Karina llegaron a unos apartamentos. Eran 5 pisos, habían unos balcones en cada piso por los que se podía llegar a cada departamento, en cada piso habían varios y en uno de ellos vivía Darío. Ellos subieron las escaleras hasta el tercer piso y caminaron por el balcón hasta llegar a una puerta que tenía el número 302 en medio.

(VORE) La Mujer que Devora HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora