II. Kevin

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Era una de esas noches donde el sueño no lo acompañaba. El estrés lo había consumido hoy, y por más que hubiera obtenido su tan deseado sundae de mango seguía sintiéndose ansioso y aturdido por lo que pasó en el CandyClub. Streber sabía que Kevin era buena persona, especialmente una bastante comprensiva, incluso le dejó su número por si deseaba escribirle o directamente llamarlo en cualquier momento. ¿Entonces por qué le costaba tanto? ¿Por qué tenía tanto miedo de tenerlo en su vida de nuevo?. Realmente no lo sabía, y la pregunta lo abrumada más y más. ¿Cómo fue que todo se fue al carajo?.

Claro, ya recordaba, por qué ignoró completamente las visibles red flags de su ex. Las horribles situaciones clavadas en su mente y la realización que sintió cuando le dijeron la verdad volvían a él. Estaba de nuevo en el Candy Club, listo para llevar la caja de dulces que recién había comprado a la casa embrujada. Estaba bastante contento saliendo del establecimiento mientras Ethan se reía y Kevin lo miraba notablemente irritado. Streber solo se dispuso a llamar a su pareja para que le ayudara abriendo la puerta del auto; tras hecho esto se dispusieron a volver a su trabajo como asustadores, no sin antes echar un último vistazo al cansado y notoriamente deprimido rostro del vendedor de dulces. Algo definitivamente no andaba de manera correcta, pero siempre que preguntaba la respuesta era un simple "Estoy bien, no te preocupes".

— uggh...

Era doloroso recordar eso. Ya habían pasado casi tres meses y medio desde lo que ocurrió, y un mes y medio desde que dejó de hablarle a Kevin. Aunque las cosas parecían estar mejor para casi todos, seguía lastimando la fresca memoria de todas las veces que dejó pasar las obvias alertas.

Cansado y con sueño salió de su cuarto, directo a la cocina con el fin de hacerse algo como un vaso de Nesquik o un sándwich para calmar su angustia. Empezó la búsqueda del tarro que contenía el producto mencionado, encontrándolo finalmente en una repisa extrañamente alta. Seguramente Leon la había cambiado de puesto cuando se vino a quedar un rato y olvidó por completo ponerla de vuelta en su lugar. Dejó de preocuparse tanto por esa simpleza y buscó la leche en su nevera. Tras agarrar el cartón medio lleno, encontró la bolsa con dulces del día anterior, escondida. Otra corta ola de recuerdos volvió a su cabeza. En estos solo estaba trabajando un hombre bastante más alto y probablemente mayor que Kevin en la dulcería, de rostro igualmente cansado y un poco gordo. En el recuerdo Streber notaba la ausencia del muchacho, preguntando qué había pasado y recibiendo como respuesta que probablemente se estaba tomando la semana libre. Escuchó varias veces la misma frase, durante toda la semana. El único día que recibió una respuesta diferente fue...

No, no quería acordarse.

Dejó bruscamente el cartón de leche en la encimera de su cocina, y comenzó a preparar el vaso de Nesquik de un modo bastante torpe gracias al cansancio, finalmente estaba agarrando algo de sueño. Sin pensarlo mucho se dispuso a beber de manera lenta y agitada. Observaba a su alrededor como usualmente lo hacía cuando no sabía qué más hacer aparte de mover sus manos o piernas de modo involuntario. Había una pequeña envoltura plástica de una gomita que pertenecía a esa tienda de dulces. De nuevo volvía al mismo lugar. Estaba en el Candy Club, en compañía de Ethan, el cual se ofreció a acompañarlo; para preguntar por enésima vez si Kevin había dado alguna señal de vida aunque fuese a su compañero de trabajo. Nada. Lo único que sabía era que este había pagado un paquete de las gomitas favoritas de Streber, y que había sido dejado únicamente para él. Y no, no debía nada por ello, solo era un lindo detalle que el dulcero había querido darle por algún motivo. Esa misma tarde Ethan se puso de mal humor, e hizo un escándalo por el paquete de dulces. Sí, era un acto bastante considerado y de igual manera extraño viniendo de alguien como el de rizos, pero eso no significaba que Streber no pudiera recibirlo, y tampoco significaba que tuviera alguna clase de interés romántico en otra persona que no fuese su pareja por un simple detalle que le pareció agradable.

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