Pequeñas notas:
Este es el último capítulo del primer arco. Es largo y cargado de angst, de antemano, una disculpa. Se suponía que debió de publicarse hace una semana, pero no lo había terminado.
Este capitulo contiene todas las adevertencias mencionadas en capitulos anteriores, atente a las conecuencias. Como sea, disfrutad y llorad.
Hubo una explosión por la madrugada. Ellos no lo sabían.
Eran como eso de las tres de la mañana cuando Regulus sintió un temblor en el cristal de la ventana, pero cerró los ojos y siguió durmiendo. Una hora más tarde, los sonidos de pisadas aceleradas lo alertaron. Se puso de pie y salió de cuarto que le prestaron los amables padres de James.
-Te acompaño- La voz de Effie sonaba por el corredor; al final del pasillo Regulus vió un par de anteojos husmeando.
-De ninguna manera- Ese era Monty, tratando, innutilmente de susurrar, además estaban siendo poco discretos y muy escandalosos- Tienes que quedarte por si te solicitan en el hospital.
Poco después sucedió exactamente lo previsto: La madre de James salió de la casa, ya que había sido convocada de emergencia. Escondido en su habitación temporal, Regulus escuchó un poco de la conversación, algo sobre la red flu y un rollo extraño sobre el ministerio. No le prestó atención, dado que no le interesaba, además tampoco tenía familiares en el ministerio. Así que volvió a la cama.
Por un momento, antes de quedarse dormido, su corazón dió un pequeño vuelco. Por un momento, recordó a Jordan y a Barty, tuvo la vaga sensación de que esa noche, sus amigos estaban pensando en él. La carta que no envió se sintió más pesada en su mente, ardía, como si quisiera escapar.
***
Barty sabe que algo se retuerce dentro de él. Sabe que hay algo que lo consume y no sabe que hacer con eso. Es una sensación extraña, como un calor combinado con púas frias en su pecho. Es un algo que lo hace sentir en carne viva y necesitado.
Cuando está en casa, simpre se siente así. Sus manos le pican, ansía algo pero nada lo sacia.
Cuando está con Evan no se siente así. Evan se siente como una brisa fresca y cómoda. Evan también duele. Es como una herida que punza en su estómago, un fuego que se expande hasta la punta de sus dedos y en la fibra de sus huesos, la direfencia entre ese dolor y el que siente en casa es que le gusta como le duele Evan.
Le gusta su suavidad de sus acciones y la severidad de su actitud. Evan es el perfecto equilibrio entre el dolor y el placer y eso es jodidamente incríble.
Evan lo entiende.
Por eso, mientras calienta la cena para su padre, el frasco que tiene en el bolsillo le comienza a arder. Tiene esta euforia en el cuerpo que le provoca temblores en las piernas.
Vamos a ver. Barty nunca ha herido a alguien de muerte y si bien es la persona más safada de sus amigos, nunca se había planteado el homicidio como una probabilidad real. O sea, si, ha querido a su padre muerto desde hace mucho tiempo, pero nunca lo había planeado. Saber que Evan si, lo hace sentir mejor.
El plato con comida está caliente y Barty vierte el veneno. Pone la mesa, el plato de su padre en la cabecera y el suyo a su izquierda. Come, porque tiene hambre y se dispone a esperar a su padre.
Las horas pasan. Ya es media noche.
Su padre no llega.
Le da golpecitos a la mesa con la punta del dedo índice mientras h ace muecas de aburrimiento. Esto no era parte del plan, claro, pero no puede hacerle nada. Ya bien entrada la madrugada, decide que no es tan necesario vedr el rostro de su padre sintiendo el veneno recorrer su cuerpo, así que deja el plato servido y va a su cuarto. El plan es, estrictamente, salir del país. Eso solo después de comprobar su inocencia.
ESTÁS LEYENDO
En el nido de las serpientes
Fiksi PenggemarPequeñas cosas y pequeñas palabras que cambian el rumbo de la historia. En las mazmorras, dentro de la sala común de Slytherin, se gesta la primera chispa de la guerra y es ahí cuando Barty Crouch Jr revela un secreto que cambiará las vidas de sus a...