Parte 4: Preocupación

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Louis usualmente está libre en su trabajo cuando Harry entra en la fase de hibernar. Para su suerte, siempre termina siendo en sus días de descanso, pero esa mañana Louis tuvo que irse de emergencias. A pesar de haberle aviso a un perdido Harry que volvería en dos horas, el castaño sabe que Harry no escuchó la mitad de las cosas que dijo. Muchas veces, Harry duerme un día entero, y Louis rogó en el camino que así fuera esta vez, sin embargo, al entrar a la casa, supo que el silencio no era normal.

La comida que había dejado sobre el mesón seguía intacta e incluso el refrigerador siguió de la misma forma que tenía antes de marcharse. En primer lugar, Louis cree que Harry no ha despertado aún, así que todo marcha bien mientras reúne varios alimentos para el rizado. Se toma su tiempo en cocinarle un buen desayuno; no muy saludable, a decir verdad. Pero está listo en media hora, y Louis lo lleva a la habitación con todo el tiempo del mundo para no derramarlo.

—Harry —avisa al entrar a la pieza, totalmente vacía.

Lo primero que Louis llega a pensar es que ha perdido tiempo. Perdió tiempo haciendo el desayuno mientras Harry no estaba en casa. Y el corazón se le cae al suelo al mismo tiempo que la bandeja, y casi parece insignificante como los trozos de vidrio que hay por toda la alfombra. Casi llega a parecer el fin del mundo cuando Louis corre hacia las escaleras, con las manos frías y la sangre huyendo despavorida de sus venas.

—¡Harry! —grita mientras abre la habitación de invitados, recordando lo que había sucedido en el cuarto de baño de aquella habitación. Y no quiero, realmente no quiere abrir la puerta, pero lo hace con las lágrimas brotando de sus mejillas de la misma forma en la que lo hicieron hace años.

Pero Harry no está. No hay sangre sobre el suelo ni un Harry pidiendo disculpas mientras mira su reflejo del baño. No está Louis corriendo hacia él e hiriéndose con la sangre de su amado, manchando más allá de su fina piel. No está Harry en la habitación y Louis cree que lo ha perdido para siempre por unos largos segundos. No puede reaccionar, apenas respirar sin que le cueste, sin que todo lo de su interior quiera salir como la peor escena de masacre a manos de un apático pensar. Sin embargo, los pasos se escuchan en el piso de arriba.

Apenas logra secarse las lágrimas cuando vuelve a subir las escaleras, entrando a la habitación y recogiendo su corazón en el camino. Ahora solo son trozos de vidrio, sin tostadas ni la mitad de comida que cocinó. No lo logra entender del todo hasta que ve la cama, fijándose por fin en lo vacía que está y en la falta de las tantas sábanas y edredones que Harry tiene sobre ella. Guiado por su corazón, Louis camina hacia el armario.

—... Harry.

Dentro, Harry logró acomodar sus sábanas y algunas camisas de Louis a su alrededor. Louis quiere reír, entender por qué la escena le causa tanta gracia mientras mira a Harry con la tostada en la mano y solo sus ojos cerrados viéndose a través de las sábanas. Quiere entender por qué se ha quedado dormido tan rápido y por qué lo ama tanto como para que sus lágrimas se sequen tan rápido en sus mejillas y salgan unas nuevas solo por la gran ola de sentimientos que lo ahoga. Es Harry dentro de un armario, seguramente recogido de rodillas y muy incómodo por el reducido espacio del armario.

—Harry —lo llama una vez más, acariciando sus nudillos. Él despierta lentamente, sin querer hacerlo—, ¿qué haces aquí, osito? ¿No escuchaste mi llamado?

—No lo hice —responde con voz ronca—, pero tenía mucha hambre...

—Dame eso... —La tostada se va, a pesar de las quejas de Harry—. Iré a prepararte algo, ¿está bien? Y voy a encender la calefacción...

—No me gusta la calefacción.

—Ya lo sé, ya lo sé. Y a mí no me gusta que me pegues tantos sustos, pero aun así te amo.

Harry sonríe como un inocente, sin serlo realmente.

—Creo que ahora me quedaré más tiempo despierto si me vas a tratar así... —Louis se inclina para dejarle un simple beso en los labios, y cuando se separa, Harry mantiene su sonrisa y sus ojos adormilados—. Cuando vuelvas, ¿podrías acariciarme mis orejas? Me ayuda a relajarme, estoy muy tenso...

Louis bufa, golpeando la nariz de Harry antes de levantarse.

—Sí, tú lo estás.

A pesar de todo, la cabeza de Harry yace sobre el regazo de Louis media hora más tarde.

or hide in the closetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora