Capítulo 2

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La noche comenzó como cualquier otra, con el ritual de tomar las pastillas para conciliar el sueño y esperar que las pesadillas no se apoderaran de mi mente

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La noche comenzó como cualquier otra, con el ritual de tomar las pastillas para conciliar el sueño y esperar que las pesadillas no se apoderaran de mi mente. Sin embargo, algo en el ambiente se sentía diferente esa noche. Tal vez era el extraño regalo que había encontrado en mi puerta, o quizás solo era la tensión acumulada de los últimos días lo que me mantenía paranoica.

Mientras me sumergía en la oscuridad de mis pensamientos, una sensación de malestar se apoderó de mí. Era como si una presencia indeseada me acechara desde las sombras de mi habitación. Traté de ignorar esa sensación, diciéndome a mí misma que era solo mi imaginación jugándome una mala pasada.

Sin embargo, no pude evitar sentir un escalofrío recorrer mi espalda cuando, en medio de la noche, fui despertada por un ruido proveniente de la sala de estar. Con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho, me levanté con cautela y me dirigí hacia el origen del sonido no sin antes tomar un bate que tenía guardado por sí algo así pasaba.

Al llegar a la sala, mis ojos se posaron en una figura borrosa que se movía en la penumbra. Mi primer impulso fue levantar el bate listo para golpear, pero algo en la postura de esa figura me detuvo. No era un intruso, sino alguien familiar.

—¿Zion? —susurré, tratando de discernir su rostro en la oscuridad.

La figura se dio la vuelta lentamente, revelando los rasgos familiares del chico que había compartido el viaje en auto conmigo unas horas antes. Su expresión era sombría, y sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación.

—Lo siento por irrumpir así, Charlotte —dijo, su voz apenas un susurro, en ese instante note las múltiples heridas en su rostro varios cortes y moretones cubiertos de sangre parecía que hubiera sido golpeado de una manera muy agresiva lo cual me paralizó por unos instantes. 

—No te preocupes, Zion. ¿Qué te ha pasado? —pregunté alarmada al ver las heridas en su rostro. Mis manos temblaban mientras dejaba el bate a un lado y me acercaba con cautela.

Con rapidez fui por el botiquín para desinfectar las heridas que zion tenía, me acerque mientras sacaba un algodón cubierto de alcohol, y se lo pasaba por los rasguños que parecían hechos por un animal.

—¿Cómo te has hecho eso? —le pregunté mientras mi mirada se conectaba con la suya.

Zion se mantuvo en silencio por un momento, su expresión era sombría . Sus ojos, oscuros y llenos de turbación, finalmente se encontraron con los míos.

—Fue una estúpida pelea —dijo finalmente, despegando su mirada de la mía. Noté que me estaba mintiendo gracias al tic que tenía en la ceja cuando mentía.

Pero decidí no preguntar más. El cansancio se estaba presentando otra vez en mi cuerpo, ahora que me sentía otra vez segura el sueño me golpeaba por lo cual cuando terminé le dije que se quedara en el sillón, y que ya hablaríamos mañana.

El Encanto PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora