Capítulo dos.

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Juani.

Me quede quieto mientras todos hablaban en aquella mesa larga, escuchando las ideas para la fundación que se planeaba hacer.

Yo no podía concentrarme cuando lo tenía frente a mi, porque para joderme la suerte, Felipe se había sentado frente a mi, del otro lado de la mesa y aunque yo no alzara la mirada para verlo a los ojos, sabía que sus ojos estaban sobre mi, observándome todo el tiempo, analizándome y leyéndome con su profunda mirada como siempre lo hacía, como siempre lo había hecho conmigo.

Me golpeó un millón de veces cuando me lo presentaron como él CEO de las empresas y el dueño para realizar aquel proyecto en el que me iba a convertir en socio una vez firmara los documentos, pero ahora lo estaba pensando demasiado, si debía o no hacerlo, ya había anunciado que lo haría, públicamente, no sabía si lo correcto era echarme para atrás y salir huyendo de ahí.

Levante un poco la mirada y sus ojos estaban sobre mi, vistiendo un traje, su cabello castaño lacio estaba peinado haciéndolo lucir impecable, su rostro serio y sus ojos sobre mi, sus dedos tamborileando sobre la mesa, sin mirar a nadie más, solo a mi.

Quería levantarme y huir.

—¿Juan? —parpadee segundos después de escuchar mi nombre y mire hacia mi asistente observarme con preocupación—. ¿Estas bien?

—Está perfecto —la voz de Felipe se adelantó y contesto por mi, me congele en mi lugar y lo mire por el rabillo del ojo, sintiendo su pesada mirada sobre mi cuerpo.

—E-estoy bien, ¿qué decías?

—Queremos saber tus opiniones sobre lo que hemos dicho —murmuro con una pequeña sonrisa y yo sentí como me abofeteaban fuertemente.

No había escuchado nada.

—Está muy bien todo lo que Juani nos está proponiendo, esta demás apoyar la cultura de Argentina y promover ese talento y apoyarlo, ya pasamos por momentos difíciles que apoyar a los nuevos jóvenes con sus talentos en medio de su cultura, sería lo mejor. ¿No te parece o es que también pensás en abandonar el proyecto?

Mi mirada fue hasta Felipe cuando lo escuché decir aquello y mi corazón se estrujó cuando sus ojos se encontraron con los míos, mi aroma se volvió un poco agrio por el enojo que sentí al escucharlo decir y enfatizar en lo ultimo de sus palabras.

—No pienso abandonar el proyecto —murmure casi entre dientes.

—Bueno, a decir verdad tampoco nos sorprenderías. Después de todo te formaste como artista en el extranjero ¿no? —lo mire y él me miró, ambos parecíamos en una batalla silenciosa que sólo nosotros dos entendíamos.

—Si, me formé allá porque vi más oportunidades que acá —murmure—. Es lo lamentable de Latinoamérica. No desvalorizo a los artistas que nacieron acá y brillaron acá, pero yo tuve que luchar para formarme y llegar hasta donde estoy, pero en ningún momento me olvide de mi raíz, en donde esta mi cordón —mi voz no sonó molesta pero si salió un poco pesada, un poco alterada, mis mejillas se sonrojaron y retrocedí en mi asiento—. L-lo que quiero decir es que no voy a abandonar esto, si eso es lo que le preocupa, señor Otaño.

Felipe sonrió con ironía y relamió sus labios mientras apartaba su mirada de la mía, yo me encogí en mi asiento y desvié la mirada hacia los demás quienes parecían encogerse ante nuestra silenciosa y sutil guerra, yo sonreí.

—¿Terminamos?

Todos asintieron poco a poco, yo asentí satisfecho cuando levantaron la reunión y los vi recogiendo todo antes de salir, mi asistente me esperaba en la puerta de la sala de reuniones mientras yo terminaba de levantarme y arreglar mi ropa, pero una voz me hizo detenerme cuando empecé a caminar hacia la salida.

Un corazón de promesas (LIBRO #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora