Un trato con el rey de los elfos

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En el bosque encantado de Aldoria, donde la magia se teje entre los árboles centenarios y los arroyos de agua cristalina, habitaban dos seres especiales: Rachel Roth, una joven hechicera de mirada profunda, y Garfield Logan, un druida apasionado por la naturaleza y los seres vivos que la habitaban.

Rachel y Garfield se conocieron en un extraño y mágico encuentro en el mercado de Aldoria, donde el Rey de los Elfos, guardian de la magia del bosque, los unió en un trato para salvar a sus tierras de un oscuro hechizo que amenazaba con destruir la armonía de ese reino místico.

Rachel, con sus ojos oscuros y su cabello azabache, era hábil en el arte de la magia oscura, mientras que Garfield, con su piel bronceada y sus ojos verdes penetrantes, dominaba los secretos de los elementos y la curación a través de las plantas.

El Rey de los Elfos, en su sabiduría ancestral, vio en la unión de estos dos seres dispares la única esperanza para salvar a Aldoria de la oscuridad que se cernía sobre ella. Convocó a Rachel y a Garfield en su corte, donde les encomendó la misión de encontrar tres piedras mágicas dispersas por el reino, capaces de romper el hechizo que amenazaba con sumir a Aldoria en las sombras eternas.

—Rachel, Garfield, solo ustedes tienen el poder de encontrar las piedras elementales y devolver la luz a nuestro reino. Juntos deberán superar pruebas y desafíos que pondrán a prueba su coraje y su amor por la magia que nos sustenta a todos —dijo el Rey de los Elfos con voz grave y llena de magia.

Rachel y Garfield aceptaron el desafío con determinación y se adentraron en el bosque, dispuestos a cumplir su misión y demostrar que, a pesar de sus diferencias, juntos eran capaces de vencer cualquier obstáculo.

Rachel y Garfield  se encontraban en el bosque encantado, donde se dice que los elfos y las hadas habitan en paz. Rachel tenía la mirada fija en el tronco de un árbol antiguo, tratando de recordar por qué los habían llevado allí. Garfield, a su lado, observaba con curiosidad el murmullo de las hojas movidas por la suave brisa de la tarde.

De repente, una niebla densa y misteriosa comenzó a rodearlos, separándolos a pesar de sus intentos por mantenerse cerca. Garfield empezó a llamar a Rachel, pero su voz sonaba distante, como si fuera absorbida por la nébula. Rachel, sintiendo una presencia familiar a su lado, giró la cabeza y vio a su madre, cuya imagen se desvanecía en la bruma.

"¡Mamá!", susurró Rachel con los ojos llenos de lágrimas, extendiendo la mano hacia la figura etérea que se desvanecía poco a poco. Garfield, aturdido por la confusión de la niebla, buscaba desesperadamente a Rachel, pero solo veía sombras y luces difusas entre los árboles.

Mientras tanto, Rachel se encontraba atrapada en una ilusión donde su madre caminaba hacia ella con una sonrisa cálida en el rostro. "Rachel, querida, has crecido tanto", dijo la figura etérea con voz suave. Rachel, abrumada por la emoción, corrió hacia su madre y la abrazó, sintiendo el anhelo de años de separación.

Garfield, por otro lado, se vio envuelto en la visión de sus padres fallecidos. Los vio de pie frente a él, con sus rostros jóvenes y radiantes. "Gar, hijo, siempre estaremos contigo en espíritu", dijo su padre con un gesto tranquilizador. Garfield, desgarrado entre la alegría de ver a sus padres y la tristeza de recordar su pérdida, extendió la mano hacia ellos en un intento desesperado por tocar su presencia fugaz.

Mientras Rachel y Garfield estaban inmersos en sus propias alucinaciones, la niebla se espesaba alrededor de ellos, alimentando las ilusiones con susurros y sombras. Rachel seguía abrazando a su madre fantasmal, sintiendo el calor de su amor maternal, mientras Garfield intentaba capturar el instante con sus padres, anhelando un momento más juntos.

De repente, una voz resonó en la bruma, firme y clara. Era un elfo anciano, el guardián del bosque encantado. "Rachel, Garfield, dejad las ilusiones. La niebla os atrapa con lo que más deseáis, pero debéis resistirlas para salir de su hechizo", advirtió el elfo con solemnidad.

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