- Eso es todo lo que puedo decirte al respecto. Lo dejo en tus manos.
Una siniestra voz suena a través de un teléfono sujetado con fuerza por una persona a la que le tiemblan y le sudan las manos.
- Lo siento, pero no creo que sea capaz. Ni yo mismo considero que tengo la fuerza suficiente.
- Lo que tu pienses me da exactamente igual.
El móvil comienza a resbalarse de aquellas manos envueltas en sudor. Opta por dejarlo sobre una mesa y poner el modo altavoz para poder continuar con la conversación. Se agita el pelo estresado y con ganas de llorar. Por más que lo intenta, no puede oponerse a las palabras de la siniestra voz que suena al otro lado del teléfono.
- ¿Sigues ahí? -. Escucha por el móvil después de unos segundos de silencio.
- Sí, tampoco me puedo ir a ninguna parte, ¿No? -. Su tono irónico escondía su miedo.
- Efectivamente.
- Pero creo que no hace falta que te lo repita más veces. No me veo capacitado para esto.
- Mira, espero sinceramente no tener que ponerme serio porque ni tu ni yo queremos que eso pase-. Amenazó aquella voz.
La ansiedad le está consumiendo.
- Eres tú quien has marcado este número-. Añade la voz del teléfono.
- Lo sé, joder.
- Eso significa que te interesa el puesto de trabajo.
- Pero no bajo esas condiciones.
- No me sea exquisito, señor Ramírez. Este tipo de personas no me gustan nada.
Sin saber cómo, el dueño de la siniestra voz había conseguido el apellido de la persona que estaba a punto de caer desmayada por los intensos mareos que estaba sufriendo.
- ¿Cómo sabes mi apellido? -. Preguntó Ramírez alterado.
- Estuve investigándote porque suponía que llamarías. Y ahora dime, ¿vas a dejar que ponga yo las reglas en mi propia empresa? -. La siniestra voz se estaba enfadando.
Suspira desesperado antes de responder a la pregunta.
- Sí.
- Así me gusta.
- Pero ya no sé si quiero trabajar con usted.
- Me temo que no puede decidir eso. Al iniciar la llamada le he dicho que no podía negarse tras escuchar mis condiciones y usted ha aceptado ese pequeño acuerdo, por lo que ahora..., enhorabuena, estás contratado.
- Mierda.
- Además, no entiendo porque te enfadas tanto. No te estoy pidiendo que mates a nadie-. Dijo entre risas.
- Pero sí que trabaje con gente que puede matarme a mí.
- Eso yo no lo he dicho, lo has supuesto tú solito.
Ramírez comienza a dar vueltas por la pequeña habitación en la que se encuentra y para liberar tensión, comienza a golpear un saco de boxeo que se encuentra colgado del techo. Al hacerlo, siente que va recuperando la calma.
- De acuerdo – Accede después de unos segundos.
- ¿Ya has entrado en razón?
- Supongo que sí.
- Maravilloso. Vas a hacer historia.
- Eso no lo dudo.
- Así me gusta. Veo que comenzamos a entendernos, ¿A que no ha sido tan difícil?
- No -. Ramírez estaba tan nervioso que le costaba formular palabras.
- Eres un hombre de pocas palabras por lo que veo.
- Cuanto menos hable antes me quito esta presión de encima.
-Pues para las clases eso no me vale, vas a tener que hablar mucho y se te tiene que notar calmado. Tus alumnos no pueden saber que conoces todo sobre ellos.
- Eso ya lo había intuido.
-Pues entonces, no tengo nada más que decir, salvo que, ya puedes comenzar con la búsqueda.
- ¿Tengo que hacerlo yo? -. Preguntó sorprendido.
- ¿Eso es un inconveniente, Ramírez?
- No, no -. No le quedó más remedio que aceptar y callar.
- En ese caso, empieza por Ernesto Hernández y suspicazmente, haz que entre en "tú" escuela. Al igual que ellos te ocultarán un pequeño secreto, tú harás lo mismo. Si preguntan, eres el único responsable de la creación de este nuevo centro de estudios. Y hazme caso, todo saldrá bien.
En ese momento, Ramírez cae al suelo. Por más que lo ha intentado, no ha podido con la presión y sufre un desmayo. Se ha desplomado con la facilidad de una pluma soplada por el viento.
Y ahí, en ese mismo momento de desesperación, no solo la llamada finaliza, sino que también, la vida de diez personas escondidas bajo un secreto que si sale a la luz podría arruinarles por completo, está a punto de cambiar.
Bajo el apellido Ramírez, se esconde un futuro profesor, pero no como el que os estaréis imaginando. No como los demás. Este, a diferencia del resto, está bajo la misma situación que sus alumnos: Obligado a seguir una serie de curiosas normas, pero lo más importante, obligado a ocultar su secreto lo mejor posible.
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Protege tus secretos
Teen FictionPersonas totalmente desconocidas entre ellas, pero con el mismo sueño, sin embargo, el pasado de cada uno puede hacer que este nunca llegue a lograrse, por lo que, este es el lema: Protege tus secretos. YA DISPONIBLE EN AMAZON!