Capítulo 75.

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-Por cierto-le digo antes de salir de la cocina.

-Dime.

-¿Qué es eso de que tengo cuatro sonrisas?-le pregunto apoyada en la puerta de la cocina.

-Pues tienes cuatro diferentes, una cuando algo te hace realmente feliz, otra cuando estás incómoda y sonríes para que no se te note, otra cuando pasa algo que no te esperabas, cuando estás realmente sorprendida y la otra que es la que más me gusta, cuando hablas de mi. Y eso me enorgullece, saber que tienes cuatro tipos de sonrisas y una es solo para mí.

A día de hoy me sigue sorprendiendo el Caleb romántico, todavía no me acostumbro a este tipo de palabras o situaciones, pero no puedo negar que me ayudan a quererle todavía más.

-Pues que sepas que la última sonrisa que has dicho, si sigues comportándote así de bien, no se me va a ir nunca de la cara.

Le paso las manos por detrás del cuello y me pongo un poco de cuclillas para poder besarle.

Salimos de la cocina y todas las miradas son dirigidas a nosotros. Martina me pregunta con la mirada y yo asiento con la cabeza para que se quede tranquila.

Caleb se sienta y yo me agacho delante de Leti.

-Oye princesa, es hora de irse a la cama o si no Papá Noel te verá despierta y no vendrá a dejar los regalos-le digo.

-¡Vamos!-se levanta corriendo de la silla y sin decir nada a nadie se mete en la habitación.

-Buenas noches Leti-dicen todos a la vez.

Pero la niña no responde. Voy a la habitación a ayudarla a que se ponga el pijama.

-Pero bueno, si casi lo has hecho tú sola-digo.

-Es que ya soy mayor-dice Leti.

-Si cariño, lo eres.

Termino de ponerla el pijama y cepillo su pelo para después meterla en la cama.

-¿Me cantas?-me pregunta.

-Claro que sí-la digo.

Hago lo que me dice y me siento en la cama con ella. Comienzo a cantar la nana que me gusta y no tarda en quedarse dormida en cuestión de segundos.

Me levanto despacio y salgo de la habitación. Cierro la puerta y me siento en mi silla. Han estado recogiendo todo mientras tanto.

-¿Vais a salir de fiesta?-pregunta Caleb.

La mirada de Martina se dirige a mí, sonriente me asiente con la cabeza.

-Bueno...-digo.

-¡Por supuesto que vamos a salir querida!-dice Martina levantándose de la silla.

Se agarra a mi brazo y me choca la cadera.

-¿Estaréis bien?-les pregunto a los chicos.

-Vosotras disfrutar, nosotros jugaremos al póker mientras nos tomamos unas copas en casa.

-Bueno, vale genial, pues así lo hacemos, esperarnos dormidos si queréis, si pasa algo os avisamos y cuando lleguemos pues Diego amor mío te levantas y nos vamos a casa-dice Martina.

-Perfecto mi reina-dice Diego.

Caleb y yo nos reímos mientras les miramos. Son tan adorables, se quieren tanto que a veces les envidio. Siempre están juntos, todo le parece bien, casi nunca discuten y ante todo, se respetan. Ojalá en algún momento de mi relación con Caleb lleguemos a ese nivel y a ese punto. Me encantaría poder tener algo tan bonito con él, aunque sé que no todas las relaciones son iguales, si es a lo que aspiro al menos.

-Te avisaré si pasa algo, te quiero-le digo a Caleb.

-Por favor, pero pásalo bien y disfruta, te quiero-me dice y después me da un beso.

Martina y yo nos ponemos los abrigos, cogemos los bolsos y salimos por la puerta de casa. Martina ya se ha encargado de pedir un uber.

A la que salimos a la calle el coche ya nos está esperando.

-Buenas noches-decimos mientras nos montamos en el uber.

-Buenas noches señoritas-dice el conductor.

-¿Van a "Inferno"?

-Ese es nuestro sitio, correcto-dice Martina.

Con el nombre de la discoteca empieza a entrarme un poco de curiosidad sobre cuál es el sitio a donde me está llevando mi amiga. Me fío de ella, de verdad que si, pero las fiestas que le gustan a Martina, no son las mismas que me gustan a mí, pero se lo debo, hoy es noche de chicas y lo más importante, hoy es noche de Martina.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora