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Perdón, ayer no te pude hablar porque no estuve en mí casa.

¿Y entonces dónde estabas? ¿con otro? No soy tonto.

No, no Nath, es por otra cosa... ¿te puedo explicar después, cuando salga del instituto?

Está bien. Yo te recojo del colegio cuando salgas y hablamos.

Okey, adiós. Te quiero.

Adiós.

...

- In this class no one uses their cell phone, understood?- me interrumpe la profesora de inglés que había caminado hasta mí pupitre, dando un golpe muy ruidoso y escandaloso para el silencio que había en toda la clase con actitud de examen, mirándome con una cara fulminante apoyada en mí banco con ambos brazos, con las arrugas, lentes, y enfado incluido. Me sobresalté cuando me dijo eso porque se suponía que no se iba a dar cuenta de que estaba usando el teléfono en clase.

- Understood.- le dije después de esconderlo por debajo del pupitre, mirandola a los ojos.

- Una vez más y le voy a tener que quitar el celular o el examen, Matthews.

- Está bien profesora, ya lo guardo.- y se encaminó hacia su banco de adelante de la clase caminando con esos zapatitos de tacón haciendo ruido por cada paso que daba. Y yo guardé el celular por debajo del banco, para luego enfocarme en el examen que tenía al frente, esperando a ser resuelto correctamente.

- Está zorra...- digo en susurro, para mí misma.

-¿Perdone? ¿que me acaba de decir?

- No nada, perdoneme.

Me giro a ver a Mateo que está unos dos lugares más atrás para ver cómo va con el examen, y lo único que hace es mirarme con asombro para luego reírse y seguir resolviendo.

No terminé de responder el examen, pero las preguntas que sí me dió el tiempo a contestar están bien respuestas, estoy segura por qué se me da muy bien el inglés, pero es más por lógica que por otra cosa, solo algunas cosas tuve que aprender de memoria para poder entender mejor el inglés y pasar de grado. De algo sirve escuchar música en inglés y memorizar la letra y la traducción.

Ya tocó el timbre de cambio de clase, ahora toca soportar a la tonta de geografía. Me levanto, le entrego, el examen, y me vuelvo a sentar. Solo espero salir con vida de aquí adentro.

- Renn, ya sé que es cómo tu novio o lo qué sea, pero ya te he dicho que no me cierra del todo ese chico... Renn, tiene 23 años, y tú tienes catorce... ¡Te pasa por nueve años! es raro que después de dos meses de estár saliendo jamás te haya dicho te quiero o te amo, muy raro. Yo solo te lo estoy diciendo para que ese gilipollas rematado no te haga daño.- me dice Mateo mientras caminamos por los pasillos para ir a nuestro casillero, luego de decirle que sentía que Nathaniel se había enojado conmigo por el simple echo de no haberle escrito ayer en todo el día. Mateo... mí chico de pelo negro y ojos verdes... ¿Qué cuánto confío en ti? Mucho. Demasiado. Me llega a asustar el echo de cuánto confío en ti.

- Ya sé Mat, pero no soy tonta para no darme cuenta de que es un poco tóxico, y dejarme lastimar así por él.

- ¡Un poco! Tú tienes la realidad un poco alterada, ¿no es así?

- Quizás, no te voy a mentir.

- Hazme caso Renn, quizás que ese guarro no es para ti...

- ¡Ay, está bien, basta del tema de Nathaniel! ¿Cómo crees que te fue en el examen? Para mí voy a aprobar aunque la zorra de inglés que haya amenazado con quitarme el celular...

𝑷𝒂𝒕é𝒕𝒊𝒄𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora