- Juntas, pero Sola Estaba -

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Nota de autor: ¡Hola a todos! Hemos llegado a la parte diez y aún nos falta un buen trozo de la historia, espero que lo disfruten y comenten también. Que quiero saber su opinión.

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- Acto III, Escenario IX -

Te extrañé.

Por supuesto, no sabía si te extrañé porque eras mi amiga, o porque había pasado los últimos días reflexionando vergonzosamente sobre escenarios románticos en los que aparecías, pero de todos modos te extrañé.

«¡Qué tonta!» Debes estar pensando:
«¿Cómo es posible que te extrañe si tomaste el tren contigo?»

...

...

...

Bueno... ¿no vas a preguntar?

...

Twilight, ¡estoy encantada de que me lo hayas preguntado!

Y la respuesta es simple. No tomaste el tren conmigo.

Sabes, pensé en ti el día después de nuestro pequeño "momento" en la estación de tren. Me uní a la querida Fluttershy para nuestro spa semanal, y mientras estaba tumbada en el jacuzzi, luciendo muy atractiva con barro en la cara y rodajas de pepino en los ojos, pensé en ti. Pensé en la biblioteca, en ti leyéndome, en nuestros pequeños almuerzos y en todo lo que te rodeaba.

Recuerdo que Fluttershy se rió.

—Alguien está feliz de estar en el spa. —dijo burlonamente, en la forma en que lo hace cuando solo yo estoy cerca. —Esa es una sonrisa muy grande.

Y efectivamente era una gran sonrisa, tan grande como la que luce ahora, querida. Fue una sonrisa que mantuve durante todo el día. Me encontré ansiosa por verte otra vez, pero tenía vestidos que hacer en Ponyville, así que sofoqué mi deseo sabiendo que te vería temprano y brillante al día siguiente.

Excepto que no lo hice, porque nunca viniste.

Llegué a la estación de tren, sintiéndome muerta como siempre, pero decidido a no quedarme dormida contigo por una vez. Mientras me acercaba, noté algunos ponis deambulando, pero noté claramente tu falta. Tú, que además de aquella primera vez, siempre estuviste ahí esperándome precisamente a las cinco cuarenta y cinco en punto.

—Ah, señorita. —dijo el vendedor de boletos cuando llegué. —Tú eres Rarity, ¿no?

—¡Pues claro, lo soy! —exclamé, distraída momentáneamente de mi preocupación por ti. Volteé mi melena y aleteé mis pestañas. —¡La única! ¡Elegante, única y magnífica!

No le importaba mucho. Una pena que no todos podamos tener buen gusto.

—Tu amiga vino. —Dijo. —Una poni morada.

El Último Tren A Casa - MLP:FIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora