El rey Obito se ve traicionado por su propia esposa, desencadenando un conflicto.
Decidido a hacer pagar al clan contrario, Obito planea la muerte de su esposa. Sin embargo, antes de que su venganza se lleve a cabo, el príncipe de otro clan rival es...
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—Es mi castillo, ¿Por qué tiene que estar aquí?.— Murmuro molesta observando a Obito saludando alegre a Kakuzu y Hidan
—Deberas ser tolerante con el esposo de ese hombreaunque sea totalmente distinto a nuestras creencias.— Rin se giro para ver a su madre
—¿Como puedes estar tranquila madre?.— La mujer se acerco con una sonrisa
—Lo estoy porque yo... No estoy traicionando a mi esposo con uno de sus socios.— Hablo en voz baja, Rin la empujó para separarse.— Es la verdad querida, tengo la conciencia muy tranquila a diferencia tuya
—¡Guarda silencio porque eso es mentira!.— Saki solto una carcajada y abrazo a Rin por los hombros.— Sigue riendo, pero ten en mente esto, si Obito llega a escuchar tan siquiera un rumor, tu también terminarás muy perjudicada
—¿Es una amenaza? ¿A tu propia madre?
—Recuerda que si fue Obito quien puso en lo alto a nuestro reino, también puede hacernos caer porque si mi padretiene lo que siempre quiso no es por méritos propios, es por mi esposo.— Aclaró retirándose del gran salón, Saki la siguió.— Si tu hablas y decides no apoyarme entonces caemos
—Me ha quedado claro cariño.— Apoyo.— Puedo imaginarme la magnitud de la desgracia que caería sobre nuestros hombros querida
—La vamos a evitar, eso es todo y te advierto que tengasmucho cuidado con lo que hablas aquí y con quien lo haces, las paredes de este castillo tienen oídos.— Aviso mirando de reojo a un grupo de sirvientas que estaban cerca del pasillo y se detuvo.— ¿Que me miran? ¡Vayan a trabajar!.— Pero estas se miraron entre sí.— ¡Les estoy dando una orden! Háganlo si no quieren que solicite su despido.— Las chicas se retiraron pero una de ellas se mantuvo cerca, escuchando la conversación de ambas Nohara.— ¿Lo notaste? ¡No me respetan ni en mi propio castillo!
—¿Por que será?.— Rin sobo su cuello y miro unos segundos el suelo para seguidamente cruzarse de brazos
—Ya mamá, basta
—Es totalmente desagradable pensar en cada traición que cometes hacia tu esposo aquí mismo, ¿A ti no te produce incomodidad?.—Señalo, la sirvienta abrió los ojos sorprendida
