Capítulo (9)

145 16 2
                                    


- Lo siento.. No sé que me pasa- me abrace a ella una última vez tratando de recomponerme- Quiero que sepas que no estoy bien, quizá estoy drogada- susurre en su oído y ella asintió por fin abrazandome.

- ¿De verdad no sabes que tomaste?- susurró y sentí su mano acariciando mi cabello.

- No.

- ¿Quieres que llamé a alguien?- negué.

- Sólo quiero dormir.

Dejó de hacerme caricias y se puso de pie ofreciéndome su mano para ayudarme a levantarme. Acepté su ayuda y busqué con mi mirada la cama, para recostarme en ella sintiéndome cansada.

- Por Dios.. ¿Qué hora es?- pregunté. Me sentía mejor estando en un suave colchón.

- Son las cuatro de la mañana- me sorprendió la hora.

Eso me hizo darme cuenta de cuánto tiempo aquella pastilla me hizo olvidar, o al menos hizo que pasará rapido.

Tenía la mirada perdida en la ventana de mi habitación.
Llevaba mucho tiempo repasando lo que había sucedido anoche, tratando de culpar al alcohol y las drogas pero, yo sabía que algo había cambiado en mí.

No me gustaba lo que me estaba pasando. Odiaba no tener el control de mis sentimientos en éstos momentos.
Miré la taza de café a medio beber y escuché mi estómago rugir. Ni siquiera había tratado de comer porque perdí el apetito.

Jade West

Aparte la mirada de mi libro al darme cuenta de que había pasado mucho tiempo. Bebí un poco de refresco antes de buscar a mis "amigos" con la mirada.

Ahí estaban. Jugaban en el agua como niños pequeños y una enorme sonrisa, aquello me daba una nostalgia espantosa. Dolía.

No parecían necesitar mi precensia y eso empezaba a afectarme. Me sentía sola al darme cuenta de lo poco necesaria que era para ellos.

Es tu culpa.

Suspiré al recordar que eso era verdad. Mi actitud era un repelente para las personas a mi al rededor.
Y aunque odiaba esa parte de mí que me impedía ser agradable, me gustaba cuando no permitía que personas que no lo valen entrarán a mi vida.

Entonces comenzaba a comprender que a lo mejor alguien si me quería cerca, tanto que se esforzaba por lograr convivir conmigo.

Cruce miradas con Victoria. Quién me sonrió y saludó anímicamente.

- Leí en internet que el café funciona para combatir contra las pulgas de perro- le quite de las manos el café a un chico rubio que evitó decirme algo.

- Creo que no deberías..- Beck trató de detenerme pero yo estaba demasiado furiosa.

- Jade..- ni siquiera el tono de advertencia de André me hizo parar.

Sin pensarlo mucho vertí el café que para mi mala suerte estaba frío sobre la cabeza de Victoria.
Nada me hizo sentir más satisfecha al verla así de humillada. Se veía completamente desorientada, no creía que yo fuera capaz de algo como esto.

- ¿Cuál es el problema?- le dí una sonrisa burlona antes de continuar- Perro.

No me dijo nada. Sólo se fue rápidamente para que no la vieramos llorar.

¿Qué tal si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora