Enero, 2022
—¿Se sabe algo de Mati? —pregunté en la cena. Hacía dos semanas que Matías había vuelto a Buenos Aires tras la muerte de su padre. No teníamos ni idea de si iba a volver. No se había puesto en contacto con ninguno de nosotros.
—Platiqué con Male ayer —dijo Agustín, refiriéndose a la novia de Matías, Malena Sánchez—. No me aclaró nada. No tengo más data.
Todos estábamos de bajón desde que Mati se había marchado. No era lo mismo sin él.
Removí la comida en mi plato. Me sentía impotente. Un amigo estaba sufriendo y yo no podía hacer nada para aliviar ese dolor. Chisté la lengua y me levanté de la mesa, dejando la comida sin apenas tocar. Un par de personas me preguntaron que a dónde iba, pero yo me enfoqué únicamente en mi teléfono. Busqué el chat de Matías, los mensajes seguían quedando en visto. Le envié una nota de voz.
—Hola, Mati. ¿Cómo estás?... Qué pregunta tan estúpida. Perdona... Mira, no quiero presionarte ni agobiarte con tanto mensaje, de verdad. Pero quiero que sepas que estoy aquí. Puedes hablar conmigo, Mati. Puedes contar conmigo... Sé... sé que nada de lo que diga te va a quitar el dolor tan grande que debes estar sufriendo... pero quiero que sepas que... en parte, puedo entender un poco tu dolor. Mi... —suspiré, sintiendo que se me cerraba la garganta— Mi madre está enferma desde hace un tiempo. Está mal y... tiene cáncer y... perdona, no era eso lo que te quería decir. Lo que intento decir, es que yo te sostengo Matías. Si lo necesitas, yo te sujeto. ¿Vale? No te voy a dejar caer. Me tienes aquí. Me vas a tener siempre. Yo te sujeto, Mati. Puedes apoyarte en mí —guardé silencio durante un par de segundos, pensando en qué más decir—. Te quiero. Te echamos mucho de menos. Cuídate, ¿vale? Hablamos.
Envié el audio y esperé. Como llevaba semanas haciendo.
Cuatro días después, alguien llamó a mi puerta a eso de las once de la noche. Salí de la cama, con el pijama puesto y unas pantuflas que utilizaba en el cuarto, y abrí la puerta en medio de un bostezo. Matías se abalanzó para abrazarme. Había un montón de gente detrás de él, pero mi atención estaba únicamente centrada en él. Le devolví el abrazo con fuerza, enterrando el rostro en el hueco de su cuello. No dijimos nada, tampoco creo que fuese necesario hacerlo. Simplemente era estar ahí, y los dos lo sabíamos.
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Febrero, 2022
Me había comprado un montón de camisetas y mallas térmicas antes de marcharnos de Barcelona. Y menos mal, porque hacía un frío de la hostia en Sierra Nevada. Habíamos ocupado casi al completo uno de los hoteles al pie de la Estación, todo el equipo que formaba parte del proyecto, unas 300 personas, más o menos, nos hospedábamos bajo el mismo techo... bueno, en diferentes plantas, claro, pero bajo el mismo techo. El reparto estábamos divididos en la misma planta. En esta parte del proyecto Sofía ya no nos acompañaba, así que ahora compartía cuarto con Alfonsina Carrocio, quien iba a interpretar a Susy Parrado, la hermana de Nando Parrado.
Era el primer día de grabación. Oficialmente La Sociedad de la Nieve estaba en marcha. Y todo había empezado fatal. Yo era la única del elenco que no estaba con COVID, así que durante los primeros días grabé yo con todos los dobles y solo se podían grabar las escenas de espaldas para que no se les vieran las caras. Bayona también estaba contagiado. Todo era un auténtico caos. Todo el equipo teníamos que llevar las mascarillas y a Bayona a penas lo veíamos. Daba todas las direcciones desde una caseta hablando a través de un micrófono.
Poco a poco el elenco fue saliendo del aislamiento y pudimos empezar a grabar de verdad.
Había cinco fuselajes en total donde íbamos a rodar, el primero estaba en una nave, cerca de la estación de esquí.
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hielo y sal | enzo vogrincic
FanficCuando su mejor amiga le pasa a Domaris un minúsculo extracto de guion para una película en plena cuarentena, la joven de veintidós años no puede evitar pensar, "menuda tontería". Cuando Domaris lee esos cinco párrafos de diálogo con los que siente...