Capítulo 1: Paradise Lost

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Alysanne

—Te prometo que esa cafetería es lo mejor que hay en esta ciudad.

—¿Tan buena es?—Le pregunto a Ivy, la chica que conocí el primer día de universidad. Han pasado unos meses de eso y nos hicimos buenas amigas.

—Tienen el mejor muffin de chocolate que he probado.

—¿Cómo dijiste que se llamaba?

—Paradise lost, es la que está en aquella esquina.—apunta con su mano.

—Ya. Iré ahora, ¿vienes conmigo?

—No puedo, lo siento. Tengo que llegar a casa a cuidar a mi hermanita, pero mañana podríamos ir juntas.

—Claro, nos vemos.

—¡Adiós!—se despide alegre. no sé cómo guarda tanta alegría en ese pequeño cuerpo.

Camino un par de minutos hasta llegar a la puerta de la cafetería y miro con detalle. Es preciosa, tiene una combinación de azul pastel, rosa y gris.
Abro la puerta, suena una campanita y al mirar a mi costado la veo, una mujer de unos veintitantos años, ojos grises, cabello castaño un poco más abajo de los hombros. Al momento de mirarla justo levantó la mirada mientras tomaba de su taza de lo que supongo es café.

Me detuve mirándola hasta que hicimos contacto visual.

Mierda. me vió estática viéndola como una loca parada en medio de una cafetería.

Aparto la mirada rápidamente y salgo del paraíso mental en el que estaba del cual esa mujer era protagonista.

Me acerco a la caja, pido uno de los muffins de chocolate que me había comentado Ivy hace un rato, un latte y me voy a sentar cuatro mesas apartada de aquella mujer de ojos grises.

Lyanna

Que día de mierda.

Salgo de la oficina y cruzo la calle hacia mi cafetería favorita. Desde que trabajo en ese buffet vengo todo los días a las cinco de la tarde a tomarme un café antes de ir a casa.

Al entrar pido un café cargado y lo llevo a la mesa que está junto a la ventana al lado de la puerta. Me gusta sentarme aquí, ver a la gente pasar y a estudiantes yendo rápidamente a la universidad que queda a unas cuadras de aquí.

Cuando tomo el primer sorbo de café suena la característica campana de la cafetería. Entra una chica y se queda estática. Sé que me está mirando pero yo evito cualquier contacto visual hasta que la miro. Es una hermosa niña de no más de dieciocho años con unos hermosos ojos esmeralda. En ese momento ella reacciona, frunce el ceño y pide algo en la caja.

Hasta que escucho mi teléfono sonar.

Mi paz de ha arruinado.

—¿Diga?

—Lya...

—Agnes, pensé que te había quedado claro que no volvieras a llamarme.

—Te extraño mucho Lya, no puedo dejar de pensar en ti.

—¿Estas borracha?

—No...¿si? Supongo. Bebí una botella de whiskey

—Deja de llamarme, Agnes. Olvídame de una vez, terminamos hace más de ocho meses.

—Es que...

—Es que nada, a penas puedes hablar. Ve a un psicólogo, Agnes. Arregla tu vida y después de eso consideraré escucharte, adiós.

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⏰ Última actualización: Feb 12 ⏰

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