-Buenos días, mi amor.-Trague duro, podían haber pasado tres largos años aquí, pero seguía sintiendo la misma sensación de asco al ver entrar a Aaron a mi celda para quitarme la pulsera a la cadena de mi pie.-Hoy te vez mas hermosa que nunca.-Llevo su mano a mi rostro por lo que lentamente me aleje de él, pero me tomo de la barbilla furioso y me hizo mirarlo con miedo, yo estaba sentada a la orilla de la cama.-Así me gusta, linda, que me mires cuando te hago un halago.-Ya temblaba.-Se agacho para quitarme la pulsera pero beso mis muslos por lo que me retorcí.-Amo cuando tu piel se eriza.-Lo hace por que mi cuerpo lo repugna.
Una vez quito la pulsera, colgó la cadena sobre la vara de metal y se puso de pie.
-Vístete, tenemos trabajo que hacer.-Fruncí mi ceño.
Iba a hablar pero simplemente se fue azotando la puerta.
Él odiaba que yo no le correspondiera. Pero es no era humanamente posible, porque amaría a alguien que me lastima y me usa como si no tuviera valor. A estas alturas, estaba segura de lo poco que valía.
Las habitaciones de las prisioneras, se les llamaba celdas, aunque estas no tuvieran reja, eran mas bien como cuarto psiquiátrico, por una rendija en la puerta nos daban de comer y beber, solo salíamos cuando era hora de trabajar, y la cadena era larga como para ir al pequeño baño que teníamos en la pequeña celda por si en las noches teníamos necesidades.
Durante el día no estábamos atadas a la cadena, puesto que había mucho movimiento fuera y dentro de este lugar, por las noches Aaron dormía y decía que no confiaba en sus guardias por si alguna quería escapar.
-¡Tienes dos minutos para ir al camerino!-El asistente agresivo de Aaron grito y golpeo la puerta de mi celda sobresaltándome.
Ya me había duchado y vestido, solo cepillaba mi cabello, por lo que al terminar salí de la celda, me pareció curioso que esta no tuviera llave, y al parecer no era la única, las demás chicas también estaban confundidas.
-¡Muévanse asquerosas!-Nos empujaban los custodios, yo jugaba con mis manos nerviosa y caminaba con la multitud de chicas, éramos al rededor de veinte.
Cuando llegamos al camerino fruncí el ceño de nuevo, Aaron nos miro con dureza.
-El día de hoy tenemos un trabajo especial.-Dijo el antes mencionado por lo que mi corazón comenzó a latir fuerte y con miedo.
Cuando decía trabajo especial, era porque alguien había pedido un servicio privado. Teníamos que rogar al cielo porque no nos escogieran.
-¿Como ustedes saben........?-Ahora nos miro con desagrado.-No, no lo saben.-Los custodios se burlaron de nosotras.
¿Cómo podíamos saber algo del exterior si siempre estábamos encerradas?, ni siquiera sabíamos en que día vivíamos, solo veíamos llegar el día y luego la triste noche.
-La cuestión es que estamos en época de elecciones......-Y entonces la pesadilla se materializo. Sabia lo que pasaría.-.....Un grupo de políticos lambiscones traerán aquí a sus peces gordos.-Con ellos se refería a empresarios de alto rango quienes invertían en sus campañas.-Así que pidieron el servicio especial.-Comencé a temblar, tres de nosotras éramos el servicio especial.
Larisa, Dorian y......yo. Las tres somos extranjeras, por lo que siempre pedían nuestros servicios, pero Aaron solo me rentaba a personajes muy, muy acaudalados, en extremo. Era como su joya mas preciada, incluso tenia prohibido hacer sexo oral o algún fetiche del cliente, y si me golpeaban, Aaron les hacia lo mismo, y no porque me quisiera, si no porque no podria trabajar en mal estado al día siguiente.
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Mía | Jeon Jungkook [ + 18]
RomanceElla, una victima del cruel destino. Una vida siendo prisionera, y cuando llego su libertad, se sintió mas perdida que cuando realmente lo estuvo. El, un hombre tan cerrado en si mismo, tan arrogante y neutro. -No me importa lo que hayas decidido, s...