Protege tus secretos

La importancia del saber hacer

Que ganas de gritarle: ¡Levanta de la cama!, pero no puedo, todavía no nos conocemos lo suficiente.

Una vez más Ramírez se encontraba tumbado en su cama mirando al infinito. Se me hace raro porque siento que este capítulo se inicia de la misma manera que el anterior, aunque bueno, hay una cosa a destacar: Esta vez, solamente estaba analizando la dificultad de una misión a la que debía enfrentarse.

La segunda persona a la que debía reclutar para su escuela de cine era María Pérez, una chica que podría considerarse superdotada. Era muy lista y eso se notaba desde lejos, ¿Por qué lo sé?, fuimos juntos al instituto. Ahora mismo ninguno de los dos está estudiando, ella terminó antes de tiempo por su coeficiente y yo abandoné los estudios al acabar la ESO. Volviendo al tema principal, María iba a ser muy difícil de convencer ya que debido a su inteligencia iba a notar rápidamente que algo raro había detrás de todo aquello, por esto, Ramírez decidió ponerle el apodo de Hermione.

Un ventilador de techo es muy necesario, sobre todo en verano cuando estás encerrado en casa y te mueres de calor, pero en ese mismo momento, el uso que Forrest decidió darle fue completamente diferente. Lo vio con otros ojos y desde otra perspectiva, hallando así la manera perfecta de convencer a la que ahora se llamaría Hermione.

Se levantó de la cama y fue rápidamente hasta su pizarra. Borró todo lo que había escrito la última vez y dibujó un ventilador junto a una persona. Era evidente que un ventilador desprendía aire una vez estaba encendido y este aire, te refrescaba cuando lo necesitabas. En esta ocasión, lo importante estaba en esa ráfaga de aire que salía despedida del ventilador. Solamente había que conseguir que la carta de admisión llegara a María de manera mágica y sorprendente. Al estilo Harry Potter, al fin y al cabo, no solo es lista, sino también muy creativa.

La idea que se le había ocurrido a Ramírez era perfecta, ya que, si Hermione llegase a entablar conversación con él, probablemente daría negativamente en el clavo, pero si simplemente le llegase la carta, pudiera sentirse atraída y cautivada.

Dejó la tiza encima de su mesilla de noche y salió corriendo en busca de la manera de conseguir su objetivo, porque, ¿Cómo haces que una carta vuele directamente a la ubicación de una persona si estás en plena calle?

En la calle y en mitad de un espacio muy transitado, Ramírez encontró lo que iba buscando. Parecía algo imposible, pero casualmente, allí estaba. Un ventilador potente que funcionaba a través de la energía solar. Cada vez inventan cosas más surrealistas. No era barato, pero estaba claro que era la manera perfecta de reclutar a una nueva estudiante.

María vivía en una zona, se podría decir, algo pija. Todo eran chalets blancos, por lo que, era muy monocromático. Sin embargo, la gente que vivía allí era muy simpática y con un pasado perfecto, a diferencia de Hermione que, como todos los personajes de esta historia, ocultaba algo bajo esa fachada de chica de diez.

Cuando Ramírez llegó, trató de esconder un poco el ventilador para que no se viera a simple vista y se quedó esperando a que María llegase a casa, porque, según tenía entendido, estaba de prácticas en un instituto cercano a su casa, la número 42 de aquella preciosa calle Serrano.

El sol no tardó en bajar y el profesor ya estaba cansado. Quería irse a casa a preparar su siguiente movimiento.

Veinte minutos después, a Ramírez le pareció ver a Hermione doblando la esquina. Activó el ventilador y puso la carta delante. Esto hizo que saliera disparada y que parase justo a los pies de la chica. Extrañada, la cogió y la abrió con delicadeza. Desde la distancia, Forrest pudo admirar la sonrisa en la cara de María. El plan había funcionado y no había hecho falta decir ni una sola palabra.