El caballero no sintió fuerzas en sus piernas cuando aquella mujer sentada en aquel trono le vio.
Sus ojos brillantes y sus facciones duras le veían de manera fuerte, sabía que una sola de sus palabras lo harían por propia voluntad cortarse su cuello.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Atrás suyo se encontraba Maliketh el hermano menor de Marika y el comandante supremo de las fuerzas imperiales, sus ojos eran un poco mas suaves pero no menos imponentes que los de la misma Marika, se le veía también completamente serio viéndole con detenimiento.
[Nota: Se que el de atras es Radagon pero como Maliketh no se le mostró forma humana, humana, decidí que se parecería a Radagon ya que se supone que Radagon es algoasí como una versión masculina de Marika y como Maliketh es la sombra de Marika entonces lo hice así.
Si mis lectores, según lo que eh investigado y leído el segundo esposo de Marika es algo así como ella misma convertida en hombre, un tipo retorcido de incesto]
No se atrevió a ver a sus lados, su ojos enfocaban estrictamente en la mujer, pero el brillo dorado que sus ojos captaban decían quienes eran.
La orden dorada.
La guardia personal de la Reina, aquellos que nunca habían conocido derrota alguna, lo mejor de lo mejor de lo mejor que las fuerzas de Elden podrían procrear.
Cuando ellos pisaban el terreno de combate no importaba que tan brutal o perdida se viera, se declaraba como una victoria para el reino.
Cuando eran llamados al combate incluso el solo echo de decir que la guardia dorada podría perder era un castigo que se podía pagar con la muerte si te declaraban culpable.
-Traes noticias para mí, habla mensajero, me siento insultada, así que cuida cada una de tus palabras ya que si no tu cabeza sera la que ruede primero-Hablo Marika sin siquiera dudarlo mientras que seguía jugando con la magia en su mano.
El hombre trago.
Sabía que Marika no mentía, después de todo era una regla no escrita de traerle un tributo a su reina cuando se solicitaba una audiencia, no traerle nada era un insultó para ella.
