8| PROPUESTAS PELIGROSAS

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♠️CAPÍTULO VIII♠️

Nicholas Cage

Una oleada de excitación me recorre de pies a cabeza y... Sí no fuera porque estoy 100% seguro de mi hombría me hubiera considerado sumiso ante sus palabras y la seguridad de ella.

El maldito color de sus ojos me hipnotiza. Es la seguridad con la que dice las cosas y el mero hecho de que no se pone nerviosa cómo la típica mojigata de la película me pone a mil, pero me cabrea su maldito orgullo y yo si quiero algo lo tengo, ella no será de quién me deje ver la cara.

Todo el mundo nos observa, hasta que ella echa una furia sale del círculo regresando a la casa. Ahora me miran a mí y me termino el contenido del vaso de un trago. Maldición.

― Creo que esta noche no daremos espectáculo ― digo poniéndome de pie. Alisson intenta seguirme, pero sabe cómo soy y con una mirada le advierto de que se quede sentada en su silla.

Las cosas empezaban a ir bien, no tenía que verla por el piso porque así cómo ella quiere evitarme yo busco lo mismo. Odio su estúpida presencia, pero he tenido que aguantármela en el club de boxeo y de soportar los comentarios de Jens en el piso acerca de lo lista que es Kylie Leithold. Menuda mierda.

He quedado varias veces con Rebeca follándomela a lo bruto y cada que termino continuó con las mismas ganas de poseerla a ella, a esa estúpida cría que no sé qué demonios es lo que busca, pero decidido a obtener lo que quiero le sigo.

Le encuentro saliendo de la casa caminando hasta el lujoso auto que se carga. Tenía que ser la hija de una modelo reconocida eso explica su mal genio y arrogancia. Con una persona cómo Jens en casa no se necesita seguir páginas de chismes o noticias.

― ¡Hijo de puta! ― grita frustrada pateando el coche y aquello me saca una sonrisa seca. No soy el único que está frustrado.

― El coche no tiene la culpa, Leithold ― le digo cruzándome de brazos colocándome de forma relajada para cabrearle más a la derecha del coche. Mi comentario le sorprende y mi presencia por igual.

Se endereza y con una mirada asesina levanta su cabeza observándome con esos ojos esmeralda bautizados por la furia.

― ¿Qué mierdas buscas? Aléjate del coche que quiero irme a por un poco de paz a casa ― me dice.

Le sonrío y niego despacio con la cabeza, aquí no mandas, Kylie, vamos a divertirnos un rato.

Las luces de las calles me dejan observar su rostro con claridad y me fijo en su nariz respingona, los labios gruesos de piel clara y pequeñas pecas cerca de su nariz. Su pelo rubio oscuro cae a ambos lados de sus hombros dándole un aire más salvaje. Todo de ella no se pasa desapercibido. Está guapa con cojones y se carga un carácter, que ufff...

Luchando con todo mi orgullo y arrogancia le digo:

― ¿Paz? Yo puedo quitarte el estrés.

Aquello le toma por sorpresa y es la primera vez que reacciona como quiero a algo que le digo. Se acalora, pero sonríe con sarna.

― ¿Es que eres brujo y no me he enterado?

― Mejor que eso ― le guiñó un ojo.

Sonríe sin dar crédito a lo que acabo de decir.

Levanta su mirada encontrándose con la mía, observándome fijamente. Al darse cuenta que no me inmuto, que lo dije enserio se queda petrificada, ahora su mirada es desafiante.

La tensión crece a nuestro lado. No se mueve, pero veo en sus ojos lo que su boca no se atreve a pronunciar. Está cabreada, pero el deseo le gana y dispuesto a hacer lo que quiero, la tomó por el cuello acercándola a mi boca y sus labios impactan con los míos con furia, con hambre, con deseo.

ENGAÑO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora