Prólogo

587 13 0
                                    

El despacho del arqueólogo era un verdadero caos, los papeles se amontonaban desordenados encima de la mesa, y por el suelo se podían ver varios juguetes desperdigados. Lo único que se mantenía en perfectas condiciones en la sala eran los libros, testigos mudos de todas las conversaciones mantenidas en esa estancia, y a los que el dueño de la casa trataba con verdadera veneración.

-Buenas tarde Bauer - saludo un hombre alto cruzando la puerta- Gracias por recibirme.

- De nada, sabés que siempre sos bienvenido, pero tengo un poco de prisa, tengo asuntos familiares y del colegio que atender, los chicos de hoy en día están cada vez más descontrolados... Por cierto ¿querés algo de beber?

El hombre negó con la cabeza e hizo un gesto de agradecimiento con la mano.

-Lo que tengo para decirte es importante- se apresuró a aclarar para evitar que Nico empezará a contarle las historias y problemas de su larga y númerosa familia.

-Decime entonces -le ánimo Nico que en ese momento se había levantado de la mesa y revolvía en un pequeño armario donde guardaba las bebidas.

-Es sobre el reloj. Bueno, sobre los relojes.

Nico que maldecía por lo bajo porque algún "desalmado" había vaciado el pequeño armario sin, por supuesto, pedir permiso, levantó la cabeza bruscamente y volvió a ocupar su silla detrás de la mesa.

-¿Qué pasa con el portal?

-Los portales- aclaró el hombre-no se si al de la mansión le pasa lo mismo, pero los otros dos portales de Buenos aires están emitiendo señales electromagnéticas bastante desconocertantes.

-¿Y el resto?

-Hace tiempo que no recibo informes...

El timbre del teléfono dejó al hombre con la palabra en la boca.

-Tengo que atender-se disculpó Nico y deslizo el dedo por la pantalla táctil.

-¿Si? ¿Cómo que en un accidente? ¿En qué hospital están? Voy para allá

Nico colgó el teléfono y se levantó de un salto para salir corriendo por la puerta.

-Me tengo que ir- gritó a su interlocutor -una urgencia.

Una vez en el auto Bauer piso el acelerador sin apenas ponerse el cinturón y con el manos libres hizo una rápida llamada.

-Hola Nico-le saludó la voz alegre de Thiago.

-Thiago escuchá, Jazmín y Tachó han sufrido un accidente con el auto, están en el hospital Santa Cruz. No se nada más, así que no me preguntés. Avisale a los demás.

Sin decir una palabra más cortó la conversación y piso todavía más el acelerador.

Casi Ángeles , el regresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora