1.1 ARCO DE INVIERNO

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1: ¡Aléjate de la vainilla!

No sabía exactamente cuántas cucharadas de azúcar significaba 200g. Ruel tampoco ayudo al no querer prestarme sus implementos de cocina, porque citó en sus palabras: "Créeme que le estoy haciendo un favor a esta casa."

Esperaba que esta vez las galletas fueran comestibles, no como la otra, o anterior vez, o el fracaso que le seguía a ese. Este era el intento quinceavo, y mamá se había rendido en el séptimo conmigo, en mi divertido trayecto -notad el sarcasmo- de aprender a cocinar.

El timbre del horno al fin sonó. Contenta me puse los guantes grandes morados de cocina para sacar la bandeja. Tenían una pinta espectacular y rogaba que supieran bien como prometía lo que veía.

Con la pierna empujé la puerta del horno cerrándola.

—Ah, ah. —Gemí ante el contacto del calor.

La bandeja quedó en el mesón, sacándome con los dientes los guantes sonreí ante mi creación.

—Así que esta vez no están quemadas, eso es genial Kiah. —Comentó Ruel, mi hermano mayor. Por la banda en la cabeza arrastrando todo su cabello atrás, era seguro que fuera a jugar futbol.

Se acercó tomando asiento en uno de los puestos del taburete de la cocina, extendió una sonrisa burlona.

Sacudi un poco mi overol para eliminar rastros de harina.

—Perdí una apuesta Kiah, y es tu culpa. —Agarro una de las galletas dudando en el proceso. —Debes cinco, ¿eh?

—Otra de nuevo ¿Cuánto años tienen tú y mamá? —También agarre una de la bandeja para probar. —Confíen que mejorare.

—Eso dijiste el mes anterior, —Levantó las cejas acusatoriamente. —y te recuerdo que mamá estuvo de luto por su olla irreconocible. ¿Cómo la quemaste?

Negue con la cabeza olvidando el pequeño drama de mamá hace dos meses. No fue dan dramática en sí, pero en mi defensa no sabía que una olla celeste podría cambiar de color a un negro quemado y mal oliente.

—A la cuenta de tres, ¿ok?

—Espero que los genes Nilsson hagan de las suyas.

—Tres.

Mordiendo, la masa estaba crujiente, y las nueces se sentían bien, el nivel de azúcar estaba algo pasado (nada grave), pero en sí, la vainilla arruinaba todo con ese sabor muy fuerte.

—Esta asquerosa. —Admití con una sonrisa culposa.

Tape mi boca queriendo escupir, no obstante, mi orgullo al tener a Ruel en frente me obligo a no hacerlo.

—Debería ser ilegal dejarte cocinar. —Le di un golpe suave empujando atrás su cabeza. Ambos reímos. —No soy el único que lo piensa Kiah.

Relamí mis labios recogiendo las migajas con la lengua, mientras asentía con la cabeza en señal de acuerdo.

—Chicos, en quince minutos llegará la mamá de Marry a retirar su pedido de pastel. Les encargó, no puedo faltar a estar en la reunión de las señoras.

—Yo tengo partido. —Ruel se levantó escapando del compromiso. Se acercó a la mejilla de mamá dándole una lamida. —Las quiero.

—¡Ruel, eso fue asqueroso! —Se quejó limpiando su mejilla con una servilleta del mesón. —Bueno, Kiah te lo encargo, está en el horno de la cocina de repuesto. La reunión de hoy debatiremos sobre la fiesta anual de DeLuan.

Mamá se dirigió a la refrigeradora para agarrar su pastel de helado que llevaría a la reunión de las señoras DeLuan. Lo bueno de la reunión era la comida casera que llevaban y con elegancia alzaban el meñique cuando tomaban té y chismoseaban.

Vestir refinada, labios rojos, comer y tomar té mientras conversamos del divorcio de nuestro pasado no lucía tan tentador. De hecho, me hacía arrugar la nariz.

—Espero que no termine con la señora Poppy enojada y una señora Lía lanzando guisantes. Harás que me arrepienta de no haber nacido antes. No te lo perdonaría si no me cuentas. —Reí ante tales pensamientos de solo imaginarlas en esa situación.

—No. Esta vez no van a ir. —Sonó más emocionada de lo que no debería estar. —La señora Poppy tiene la primera comunión de su quinta nieta y la señora Luisa está afuera DeLuan. —Sonrió. Dejo el pastel en el mesón junto a mi creación. —¿Hiciste galletas?

Asentí con el orgullo de plástico. —¿Quieres probar?

—Significa que hoy irás a visitar a Elena. —Camino de nuevo a la refrigeradora. Se paró de puntillas (a pesar de tener tacones) agarrando la caja de cartón para guardar el pastel. —Llévale unos abrigos de lana, me estaba contando que el aire condicionado es una locura.

—Sí mamá ¿Quieres galletas?

—Kiah dame, se ven bien. —Dio una mordida, una mueca de desagrado convirtiendo se en una amable sonrisa se formó en sus labios. —¿No quieres pasar comprando galletas a la pastelería?

«Que cinismo ja, ja. Yo hubiera reaccionado igual.»

—¡No están tan mal! —Le di otra mordida a la mía que no terminaba. Esa vainilla. —Dame el dinero.

Extendí la mano.

—Eso pensé.

«Hazte un favor y aléjate de la vainilla.»

Guarde en un tóper las galletas caseras y los abrigos que mamá pidió que llevará a Elena en la mochila gorda morada. Metí lo esencial: Mi diccionario, audífonos, un libro para leer en la sala de espera, dinero extra y unas tigeras.

Me cambié de ropa, no quería llegar oliendo a vainilla y mantequilla. Amarre las agujetas de mis zapatillas blancas y ajuste el pañuelo rojo en mi cabeza dándome el último visto bueno para ir.

La mamá de Marry retiró el pastel al tiempo indicado y eso fue lo último que bastó para que agarrará la bicicleta con rumbo a la clínica.

❄️❄️❄️❄️

Arco 1: Destrucción de invierno.

(2019)

N/a: Holiii, bienvenid@ a esta nueva aventura, gracias por la oportunidad a esta historia que se los juro, es una locura <3 nos vemos en un nuevo capítulo.

*actualizaciones todos los días*

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