Deadshot

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El reloj de pared marcaba los segundos cuál melodía fúnebre. ¿Por qué estaba ahí? ¿Cuál de todas sus malas decisiones lo llevó a ese punto muerto? No lograba rememorar el momento, presó de esa ansiedad caótica, sus dedos se deslizaban presurosos sobre la áspera mezclilla desgastada de sus jeans. Si la tela no se lo impidiera, ya hubiese desgarrado la piel de sus muslos. 

Ahora que lo pensaba, incluso hizo una mala elección de vestuario, pues tenía frío y con ese entumecimiento aturdiendo, no podía pensar en una salida.

—¿Qué quieres de mí? — preguntó a la defensiva, como si no lo supiera.

Ah, sí, Göndul. Esa maldita descubrió el hilo negro de su pasado. Se empeñó tanto en ocultarlo, en sepultarlo bajo tanto lodo, que dejó el rastro de sus botas sucias y ella lo siguió. Cómo un cervatillo indefenso, quedó a su merced. Su Alter ego, causante de tanto daño, no creó una ruta de escape. Ahora debía escuchar sus absurdas peticiones.

En el fondo sabía que era lo que ella deseaba:

Destruirlo.

Göndul nunca perdonó sus crímenes. Beelzebub tampoco lo hizo ¿Cómo podía?! Era irracional que ella buscara una venganza contra él, se atormentó por tantas horas, que se convirtió en su propio verdugo. Por eso escapó de todos, huyó para salvarse a sí mismo.

Estaba desesperado. Nunca deseo ser feliz.

Él no pidió conocer a Nikola Tesla, el hombre que le dio la mano cuando todos los caminos lo conducían a la muerte.

Y ahora, Tesla  era lo que ella quería. Göndul deseaba arrebatarle su felicidad. Sus ojos oscuros se quedaron fijos en los ajenos, regresó a la realidad por el sonido confiado de esa voz femenina. Resulta que le proponía un juego.

Un juego.

Algo tan sencillo, un movimiento tan cínico, el revólver sobre la mesa le avisó sobre la gravedad de su situación. Ella podía simplemente matarlo, pero no lo haría, porque conocía a Beelzebub y lo fácil que era para él caer en ese falso consuelo de una felicidad efímera. Beelzebub odiaba más la sensación de perder que la idea de morir, al mismo tiempo, era un tipo de actitudes rectas y confiables.

Toda una contradicción.

Seis tiros. Uno para cada quien. ¿Quién encontraría la bala?

Buena interrogante, Göndul que tenía el poder en sus manos, también tomó el primer tiro. Beelzebub supo que estaba perdido, la bala era suya ¿Pero cuando?
Al llevar la pistola a su sien, todos sus recuerdos felices pasaron por su mente.

Tesla estaba en cada uno.

Tesla… él no podría perdonar sus crímenes. No fueron suyos, los cometió estando en ese trance causado por sus “problemas mentales”, pero… ¿A quién engañaba? Fuese él o “Satanás” sus manos eran las que estaban manchadas de sangre. Tesla actuaría como todos y se marcharía. No le daría una oportunidad, le tendría miedo a la posibilidad de una recaída.

Jaló del gatillo. No llegó la bala que acabaría con su sufrimiento.

La sonrisa de Göndul, la forma en que tomó la pistola, todo le dejaba saber que preparó el juego para matarlo. Göndul sabía que prefería recibir esa bala que ver la decepción en los ojos de Nikola. Entonces fantaseo con su cadáver pudriéndose en soledad, lejos de esos ojos amorosos y libre de su escrutinio.

Está bien así. Morirá solo como debió ser desde hace mucho, pagando sus faltas. Sonrió con amargura y anheló la bala, pero el alivio no llegó.

Entonces, supo que su fin venía en el último tiro, el aire se volvió espeso, sus sentidos se agudizaron al máximo. ¿Siempre fue tan molesto el sonido del reloj? Era tan fuerte que se sincronizaba con los latidos de su corazón.

Curioso, ansiar la muerte es diferente a tenerla tan cerca. Ahora sabe que no la quiere, la merece, claro, pero no la desea.

Beelzebub sabe que él nunca fue "así".

Él ni siquiera era malo, intentó salvar a todos los que dañó, él mismo les suplicó que no se le acercaran. Pero también quería ser feliz, no pudo quedarse lejos de aquellos que buscaron darle felicidad, los asesinó sin ser consciente, les ha llorado en silencio desde entonces.

Quizás debió confiar en Nikola. Pudo hacerlo partícipe de la agonía que lo consume por las noches, explicarle porque se niega a dormir tranquilamente en sus brazos, es fácil gritarle sus verdaderas razones. Nikola es inteligente, seguramente encontraría una solución.

Tristemente ya es tarde para eso, el quinto tiro estaba vacío, sólo queda el sexto y es suyo. Göndul se cruzó de brazos, ya le ha lavado el cerebro, sabe que lo hará. Lo hará porque está cansado de cargar con tanto dolor y culpa, lo hará por Nikola que no merece conocer la verdad.

El cañón apunta al objetivo, los ojos se abren con miedo, sus dedos cosquillean mientras tira lentamente del gatillo y… ¡ahí está!

Ese es el sonido del disparo, lo libera.

Beelzebub saborea el crujir del hueso del cráneo, la sangre brota, la mesa se cubre de rojo.

¡Al fin es libre!

Göndul está muerta.

La tonta en serio creyó que lo haría.

Hay tantas cosas que tiene qué hacer, ahora que es feliz y que Satanás ya no aparece. Rápidamente huye de la escena, afortunadamente la sangre no lo ha salpicado, se promete que cuando salga de ahí hablará con Tesla. Sólo debe ocultar este crimen que fue perpetrado por su mano.

Sus ojos negros se abren sorprendidos al verlo al final del callejón, Tesla no hace preguntas, lo sabe todo.

Conoce sus crímenes.
Decidió amarlo de todos modos.


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