La Leyenda de la Mariposa

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     Movía mis piernas cada vez más rápido mientras Zavit, mi compañera, intentaba protegerme de los Eclipse desde el cielo, de vez en cuando miraba hacia atrás, asustado por los balazos que mi compañera tenía en cada parte de su cuerpo es que corría más y más rápido, llegué a tal punto de no sentir mis pies descalzos sobre la tierra.

     Tenía que llegar al final del acantilado lo antes posible, cerrar el portal que los Eclipse crearon. ¿Podría morir en el intento? Sí, pero no dejaré que el sacrificio de mis compañeros fuese en vano.

     —¡Zavit! —grité al ver como las alas de mi compañera cedían y con rapidez caía del cielo.

     —¡Hazlo por el futuro de Vranora! —fueron sus últimas palabra, miré al frente, no podía verla así.

     El acantilado ya se veía, salté utilizando mis esfuerzos finales, sin energía suficiente moriría al utilizar el hechizo para derrumbar este portal. Pero así lograría mantener Vranora a salvo.

     Sin dudarlo me lancé al abismo, siendo acogido por la potente magia que emanaba aquella puerta entre dos mundos, mantenía agarrado el collar mientras recitaba aquellas palabras que acabarían con mi vida.

  《Soy libre》.

     Comienzo a notar el dolor en las plantas de mis pies junto a un cansancio extremo, el dolor poco a poco va desapareciendo pero el cansancio aumenta hasta que noto mi cuerpo caer, gracias a mi posición puedo ver que la brecha roja en el cielo se cerró, pero ya es tarde para mí, cierro los ojos poco a poco, sin oponer resistencia.

     Me despierto poco a poco al escuchar una dulce voz cantar a mi alrededor, estoy tumbado en una cama, una mujer de tez oscura y pelo blanco como la nieve me da la espalda.

  《¿Estoy en el paraíso?》.

     —No te muevas —habló una chica sujetando un cuenco. No puedo evitar fijarme en sus ojos azules, un azul demasiado sobrenatural—. Soy como tú, no tienes que asustarte.

     —¿Estoy muerto?

     —No, pero conseguiste cerrar el portal.

     Un hombre entra en la habitación y en otro idioma comienzan a hablar, miro con detalles la habitación, poco a poco voy recordando lo sucedido, la muerte de Zavit, sus últimas palabras, cuando salté al vacío...

    《Estoy en el mundo humano》.

     —Oye, para —la chica de antes me agarra las manos—, si te vas ahora, no podré curarte.

     —Ashla, si quiere irse, déjalo —ella suelta mis manos.

     Me incorporo, noto mi espalda adolorida, la camisa que llevaba comienza a teñirse de rojo por la parte del pecho.

      —Está bien, ayúdame por favor —pido con rapidez. Ashla agarra de nuevo el cuenco de antes, me mira a los ojos y con cuidado me ayuda a desabrochar la camisa. Con la mano me extiende un potingue marrón sobre la herida abierta.

     No aparto la mirada de aquellos desconocidos, pensándolo bien, he tenido mucha suerte, sigo vivo. Noto lo sobrenatural en ella, lo veo en sus ojos, pero en él no hay nada, ni un ápice.

     —Pregúntame —habla la chica. Hago una mueca de no entender—, lo veo en tu cara, pregúntame.

     —¿Por qué haces esto?

     —Supongo que soy una samaritana —sonríe.

     —Me refiero a por qué vives con ellos.

     —Son mi familia —agarro la mano de la chica—, cuidado con lo que haces —no puedo evitar poner cara de desagrado.

     —Ellos no son familia, ellos nos daban caza incluso en nuestro mundo.

     —Ellos no —de un movimiento se zafa de mi agarre—, los Eclipse son nuestros enemigos también —suspira—. Te veré mañana, descansa.

     Días más tarde me encontraba sentado en la orilla del río, estaba completamente curado de cintura para arriba, pero mis pies aún no se curaban del todo; Ashla me enseñó el pueblo en donde nos encontrábamos.

     —Hola, Lucien —Alton se sienta a mi lado—, ¿te importaría buscar a Ashla y decirle que "tenemos un cerdo en el corral"? —extrañado por lo que me dijo asiento.

     —¿Sabes dónde está?

     —En el lago al lado de la cascada —me levanto con mucho cuidado de no dañar más mis pies, el lago no queda lejos.

     Llego en unos minutos y no logro verla, sigo caminando para ver el vestido corto tirado al suelo, me doy cuenta de que posiblemente esté dentro del lago, desnuda.

     —¿Me buscabas? —reconozco su voz y por algún motivo la escucho sumamente sensual. Me niego a verla a la cara, posiblemente esté desnuda y no me gustaría incomodarla, aunque por su tono de voz dudo que le molestara.

     —Yo... he... —me olvido completamente del por qué estoy aquí al ver su rostro, engatusado por su belleza y entonces recuerdo días atrás, cada vez que la veía se me aceleraba el corazón y me trababa demasiado al hablar. Una pequeña risa sale de ella.

   《Sumamente hermosa》.

     Se acerca poco a poco hasta pegar su cuerpo mojado a mí, coloca sus manos alrededor de mi cuello, despacio va cortando distancias entre nosotros y siento que mi corazón se me saldría del pecho.

     —¿Sientes lo mismo que yo? —pregunta. Pone su mano en mi pecho, justo donde estaba la herida ya curada, ella coloca mi mano en su pecho—, lo sientes, ¿verdad? —dejé de respirar.

     —Sí... —volví a respirar—, ¿Ashla, puedo...? —ella acorta la distancia entre nosotros, sus labios suaves llevan la iniciativa, coloco mis manos en sus nalgas, todo se sentía como estar en el cielo.

     —¿Para qué me buscabas? —su pregunta me desconcierta, tardo en acordarme.

     —Alton me dijo algo así como... "tenemos un cerdo en el corral" —su cara cambia drásticamente. Se viste lo más rápido y sale corriendo, sin pensármelo dos veces salgo detrás de ella, está claro que algo malo ha pasado y posiblemente sea peor porque tardé en decírselo.

     —¡Lucien! —reconozco esa voz enseguida.

     —¿Cómo...? ¿Estás...? —lágrimas amenazaban por salir.

     —No hay tiempo, he logrado distraerlos, vámonos —se tira a mis brazos, miro sus alas de mariposas dañadas y posiblemente no pueda volar más.

    —Me quedo, Zavit —respondo dejándola anonadada.

     —¿Qué? Te esperan riquezas cuando llegues, ¡cerraste el portal!

     —Lo sé —ambos dejamos salir nuestros sentimientos—, nunca me he sentido tan vivo desde que desperté aquí, estoy dividido en dos, mi hogar siempre será Vranora pero mi corazón está aquí, con ella...

     —¡Estás loco! —me grita—, ¡venga vámonos!

     —¡No! Di que morí, que tú lograste cerrar el portal —sigue mirándome desconcertada —, ¡corre! ¡Vete!

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