Capítulo 10

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Gou dejó la leche recién preparada sobre el escritorio junto a la ventana. Era con sabor a chocolate, sabía que a Sakura le encantaba, y al estar caliente ayudaría a reconfortar a ese infantil cuerpo que hacía algunos minutos atrás se sacudía ligeramente por el frío. Se acercó a la ventana que daba hacia el frontis de la casa de los Nanase, observando el pequeño torrente que caía por las escaleras que bajaban desde el santuario Misagozaki; la lluvia y el vendaval aún eran intensos y las gotas no dejaban de azotarse contra el cristal. Desde su ubicación no podía ver con plenitud la orilla costera donde había dejado aparcado su auto ni mucho menos a su hermano, pues las casas y sus tejados obstaculizaban por completo la visión. Comenzaba a sentirse angustiada.

Había sido increíble cómo los nervios se habían apoderado de ella tras recibir la llamada telefónica de su madre, quien con la voz ahogada le había dicho entre lágrimas que Rin se había encontrado con Sakura. Gou había sentido ese apretón en su estómago y se había negado a creer en las palabras de su progenitora, pero a medida que había ido escuchándole decir que Rin había afirmado estar reuniéndose con un niño adorable y de brillantes ojos azules, bastante hablador y que siempre vestía un llamativo gorro amarillo, su rostro se había ido desfigurando al saber que se trataba de su sobrino. Iwatobi era un pueblo pequeño, e incluso aunque hubiese más niños con esa misma descripción, tanto Gou como su madre en el fondo sabían muy bien, por intuición, presentimiento o lo que fuera, que se trataba de su amado Sakura. El gran detalle era que, absurdamente, Rin no tenía idea que se había estado encontrando con su propio hijo.

Sin embargo, la confirmación de que Rin en realidad ya sabía toda la verdad había venido apenas unos momentos después, cuando el celular de Gou había comenzado a vibrar insistentemente ante la llamada de Sousuke. Había sido él quien, tras haber recibido la misma llamada de Miyako, había decidido contarle de una vez por todas la verdad a Rin sobre aquel niño supuestamente desconocido –aunque nadie tenía idea que, en realidad, había sido el mismo Sakura quien había revelado su identidad. La llamada de Sousuke produjo, ciertamente, la histeria en Gou, quien no había podido evitar agarrar su celular y marcar el número de Rin, confirmar dónde se encontraba éste y posteriormente partir corriendo hacia él como si su vida dependiera de ello. Por suerte, la distancia entre su lugar de trabajo y la ubicación de su hermano había sido muy corta, tan sólo había tenido que correr algunas cuadras para llegar. A los pocos minutos después, su corazón se había comprimido cuando al fin divisó a ambos pelirrojos en la entrada de una casa que parecía un tanto abandonada, los dos completamente empapados, con sus cuerpos estáticos y sus rostros enseñando nada más que el impacto de haber descubierto alguna cruda verdad.

Para Gou, ver a sí a dos de las personas que más amaba en la vida, había sido algo realmente difícil de soportar.

Lanzó un suspiro sintiendo la pesadumbre de verse atrapada, sin saber qué hacer. Rin era un caso difícil, poseía una terquedad y ceguera extremas, y no era para nada fácil acercarse a él pretendiendo hablar acerca de Sakura ni mucho menos de Haruka. Por otra parte, el pequeño pelirrojo de seguro no entendía nada de lo que pasaba, era sólo un niño de ocho años, el mundo de los adultos tenía demasiados problemas como para que él pudiera comprenderlos a cabalidad.

—¿Por qué las cosas tenían que suceder de esta manera?...

Dejó escapar sus palabras con tristeza mientras se sentaba sobre la cama de Sakura, la misma en la que había dormido Haruka durante todos sus años de escuela. En aquellos tiempos pasados, Gou había ingresado sólo un par de veces a la habitación del pelinegro; había sido un lugar sencillo y sin mucha decoración. Sin embargo, en los días actuales las visitas de la pelirroja a ese mismo espacio se habían vuelto frecuentes tras haberse convertido en la habitación de Sakura. Ahora era un lugar bastante acogedor, con una esencia dulce en el ambiente emanada de algún peluche aromático, y con muchos colores debido a los juguetes y adornos en las paredes; desde el techo colgaban diminutas estrellas plásticas, de esas que brillan cuando están las luces apagadas.

Cuando Llueven EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora