Hace ya mucho tiempo, o quizá no tanto, en un país del que ya nadie se acuerda, había un viejo muro de piedra que rodeaba un espeso bosque al que la gente llamaba el Bosque del Tejón. Los árboles eran altos y frondosos y jamás se les veía menos verdes, aún en invierno. Nadie se acercaba ahí, al menos no voluntariamente, pues era un lugar sagrado y a la vez tenebroso.
Mucha gente desaparecía en las cercanías de ese bosque y nadie que hubiera entrado volvió a ser visto. Sin embargo ahí vivían personas, o seres muy parecidos a éstas, de los que casi nadie sabía nada, ni siquiera los extraños gnomos que habitan en los armarios que permanecen mucho tiempo cerrados. Solo los Dreuhes sabían de su existencia, porque los Dreuhes son trasgos artesanos, tan antiguos como el mundo y gran parte de las cosas que había en el mundo las hicieron ellos, como el Bosque del Tejón.
Aquellas personas, o seres como personas, que vivían en ese bosque cercado se llamaban a sí mismos "Alires”, una palabra que no tenía sentido en ningún idioma de entonces, ni siquiera el suyo, pero que les gustaba mucho.
Los Alires eran un pueblo numeroso y bien organizado, tanto que su existencia no perturbaba el equilibrio del bosque, aunque eso también tendría que ver con su tamaño, pues no superaban, en promedio, los quince centímetros de alto con todo y cuerno.
Las costumbres de aquella gente eran exactamente las mismas que las de la gente normal como ustedes y como yo, bueno, como algunas y algunos de ustedes. En realidad solo diferían de las personas de fuera del bosque en el tamaño y en algunos detalles de su aspecto, como la cola, la piel púrpura, el ya mencionado cuerno en la sima de la cabeza y que en general se veían más como un dragón en miniatura que como un humano. Por lo demás eran iguales.
Los Alires eran tan parecidos a las personas que algunos entre ellos eran ambiciosos, codiciaban una vida de lujos aún a costa del trabajo ajeno y para conseguirlo estaban dispuestos a hacer lo que fuera, por eso provocaron la ira del Dios Tejón quién protegía el bosque. Éste los abandonó, haciendo que cada árbol y cada arbusto quedara casi seco como en un eterno otoño.
Desde entonces la gente no lo llamó el Bosque del Tejón sino el bosque de otoño y dejaron de temerle y de evitarlo.

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Lun Y El Reino De Las Ardillas
Научная фантастикаUna aventura al estilo clásico donde abundan la magia y las rarezas del mundo escondido. ¿Dragones? ¿Hadas? ¿Vampiros? ¿Trasgos? ¿Amor? Todo eso y mucho más en una sola historia que no puede tener fin.