3.2 UN FALSO VERANO

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3.2 GUITARRA Y UKELELE

HAROLD / AUGUSTO

Hace demasiado calor para creer que estamos en otoño; más bien, parece un verano sin fin. Ni con las ventanas abiertas sentía que me refrescaba, era todo asfixiante. Solté un suspiro atando un poco mi cabello. Kaih dejó las sillas en su lugar y al verme me regaló una sonrisa.

—¿Tramas algo? Siento que me ocultas... —puse mi mano en la barbilla en modo de pensar. —Nah...

—No, pero quería adelantar algunos trabajos y mi propuesta para el último festival de otoño.

—¿Y tus exámenes?

Su cara cambió completamente, se veía asustadiza. —Igual, pasar es pasar.

—Como quieras, todo menos en mi materia; dañarías mi reputación por culpa de tus distracciones. —murmuré. —¿Cuántos vienen a esta hora?

—Ohh, es probable que solo uno o dos. No vienen muchas personas, por eso aprovechaba para practicar mi técnica. Bueno, me voy.

—Lo que tú digas.

—Cierto, averigüé algo más. —mordió su labio pensando si debía decirlo. —Es algo bastante personal.

—Para este punto pensé que éramos cercanos. —traté de aligerar el ambiente, sin embargo, no funcionó, ni siquiera se inmutó. —Te escucho, habla.

—Siempre tuve una imagen diferente de ella, se me hacía demasiado cool que tuviera muchos amigos, talento e incluso un novio, tanto que llegué a sentir envidia de todo eso, pero ¿por qué pretendía todo eso?

—Ya lo has de descubrir, no como su hermana sino como su amiga. —le sonreí.

Ella asintió.

☀️☀️☀️☀️

La sala estaba sola; aproveché para sentarme y anotar algunas letras mientras entonaba la guitarra.

—Uhmmm, na na na... —cuando sentí que tenía el acorde, empecé a cantar. —Quiero algo que no es real, me mata saber que ya no existirá, tengo un pequeño sentimiento que se piensa desvanecer. Es algo llamado ardor... no debería sentirse así si...

—¿Hola?

—¿Ehh?

"Kaih, te voy a matar."

—¿Por qué te detuviste? Sonaba muy bien. —sonrió. —Yo también toco algo pequeño, el ukelele.

—Tienes un espacio ahí, un cuadro, y si necesitas cierto tipo de pinceles me los pides. —hablé levantándome del asiento.

—Ok... —musitó. Sin quitarle la mirada a sus movimientos, vi cómo sacó una goma de cabello y ató este mismo en un suspiro reconfortante. Agarró un cuadro pequeño, alistó sus pinceles y algo de pintura. Era extraña, transmitía una paz... me sonrió, repito ¡me sonrió! —Una foto te durará más.

Qué descaro, pasé la mano por mi cabello dándole la espalda avergonzado. No recordaba que esa parte había un espejo gigantesco. —No la necesito.

Me ardía la piel de la vergüenza.

Dejé que las horas pasaran mientras seguía yo mirando una revista. Cuando por fin la larga y algo tortuosa espera acabó, Elena se fue dejando su cuadro con una pequeña pizca de tristeza y enojo en sus ojos.

"¿Por qué tanta tristeza?"

—¡Come!

—Auchhh. —sobé mi pobre cabeza. Mamá número uno se cruzó los brazos. —Que sí lo hago.

"HASTA QUE ME OLVIDES."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora