3.4 UN FALSO VERANO

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3.4 VINO DERRAMADO / OSCURIDAD ENTRE LABIOS

—¡Y que no ten a tomar por cul*! —le tapé la boca demasiado tarde a Juanda. El amigo que me ayudaba a tocar en los bares.

—A quienes les va a pasar eso son a nosotros si descubren mi edad. —mascullé molesto.

—No te alteres, zorro. —comentó por la máscara que traía puesto. —Nadie sabrá eso, morirá conmigo. —Pasó su mano por mi hombro lo cual me incomodó. —Tú sabes, tienes que tener inteligencia para esto, por eso yo soy el cerebro.

Tres doritos después.

—¡¡Correeeeee!! —nos encontrábamos huyendo por el asfalto, con unos perros persiguiéndonos. —¡Salta, mierdilla, hazloooo!

—¡Salta tú primero! —hablé algo no confiado. No se veía muy bien las rejas y ahí es cuando recordé que debería estar ya en el estudio. —Quítate, voy yo.

Vi algo la reja y con los perros detrás tomé fuerza para saltar con la guitarra amarrada en la espalda. —Espera que...

—¡AUUUCH! —aullé de dolor por el mal movimiento de Juanda. Quien al tratar de subirse hizo (de manera inconsciente, porque si era consciente lo mataba al hijo de...)

—¡Shhh!

—¡Por ahí están!

—¡Bótaote! —exclamó.

No lo pensé ni dos veces y me bote al otro lado protegiendo mi guitarra. Otro mal movimiento por parte mía, y había mordido mi labio cosa que sentía un hilo de sangre fresca brotando por él. No tuve tiempo de pensar, porque cuando Juanda cayó al lado mío, el muy taradojo me ayudó a levantar y corrimos.

No lo decía en voz alta pero me llenaba de vida esos pequeños momentos. Juanda fue a su casa y yo entré al vestíbulo. Rocky (el portero) al verme hizo la vista gorda y siguió jugando Candy Crush en su celular. Yo entré en el elevador antes de encontrar a alguien más. Aunque a mi malestar, cuando el elevador llegó al piso que deseaba, algunos estudiantes me quedaron mirando raro.

—Mierda. —mascullé. —Eh, compremiso, no estorben ahora. —los esquivé camino hacia el estudio.

"Debe haber un botiquín en ese lugar."

No podía ir al departamento de Augusto, sus mamás lo iban a regañar de preguntas si le llegaban a ver...

—¿Qué te pasó? —preguntó Kiah.

—Estás muy preguntóna no, ¿sabes dónde está el botiquín de primeros auxilios? —comenté mientras me acercaba al escritorio.

—No, pero me gustaría saber la historia, parece que Augus tiene una vida loca. —soltó una risita.

Arrugé la frente. Lo único divertido de ese chico son sus mamás medio chifladas. Pero como soy una persona de mucha paz dije: —¿Y tú y el rubio ese?

—¿Nick? Está en prácticas de baloncesto, quería ir a verlo.

—Ya es tarde.

—Claro que no. —se quejó. Yo seguí moviendo papeles que esperaba que no fueran importantes., bueno, podía echarle la culpa a la pelirroja metiche. —Quedamos en ir a ver a Ginger.

—¿Que su mamá no era la que no te dejaba verla?

—No, pero me entregó una carta, decía que hoy Katherine saldría de fiesta. Aparte Coco dijo que no faltaba mucho para que Ginger se nos una.

—La pandilla completa. —eché sarcasmo, sin embargo, ni lo notó porque sonrió. —¿Seguro que no estás descuidando a...?

—No, estoy en contacto con ella, además, Nick me ayuda con su presencia cuando quiero hablar con L. Además, —vaciló con esa última palabra la cual me puso algo nervioso. —estás tú.

"HASTA QUE ME OLVIDES."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora