5.5 INICIOS DE PRIMAVERA

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5.5 MANCHAS DE NEÓN / COSAS INEVITABLES
HAROLD HEMERICH

—¿Eres de la aplicación "Mi último deseo"? —comentó una enfermera.

Nos encontrábamos en la cafetería oculta del hospital. Ya que la masa de fans aún seguía vigente.

—Sí, de hecho, vine a ver a Elena.

—Uhmm, de acuerdo. —dijo bebiendo un sorbo de café. —Solo que no me queda aún claro.

—¿Qué?

—¿Cantas o bailas?

"Dios, quiero volver a ser Augusto."

Después de esa pequeña charla, me llevaron donde Elena. Antes de entrar me sentía algo nervioso, incluso mis manos empezaron a sudar y rápidamente las limpié en la gabardina. No sabía cómo presentarme, cómo decirle algo sin ponerme a llorar a la primera palabra. Pero quería aprovechar ese tiempo, así que tomé la manilla de la puerta y al abrirla, asomé tímidamente la cabeza.

—¿Hola?

—Uhhm, lo siento...

—¡Ahh!

—Soy un humano, no te preocupes. —comentó de manera burlona. Solo se veían dos manos en la oscuridad. —Si eres Kiki, no estoy haciendo nada, pero si eres Kari, ¿puedo pintarte? —terminó de decir eso prendiendo la luz. Al verme su rostro se iluminó más. —Si viniste...

"Si llegué."

—Hola...

—Creo que ya dijiste eso, mucho gusto, soy Elena Nilsson. —sonrió. —Te daría la mano pero está llena de pintura fosforescente.

Vi los cuadros manchados de esa pintura con la marca de sus manos y otros cuantos más que rodeaban la habitación.

—Por lo general suelo ser muy ordenada y mi no defensa pensé que vendrías mañana. —me acercó un banquillo. —Iré a lavar mis manos... no tardó...

—¡Espera! —la castaña se giró hacia mí. —Si no te molesta, podemos pintar.

—¿Uhmm?

—¿Estás seguro? —asentí. —Te ves muy elegante.

—Ehh, cierto. Jeff lloraría si les sucede algo.

—¡Creo que tengo una bata más! —dijo moviéndose por la habitación. Se veía muy delicada y tan bonita. —¡Taran! Quizás te sientas un poco incómodo pero...

—¡La usaré! —la interrumpí tomando la bata. Ese pequeño tacto de su mano me dejó erizando la piel a mil. —Voy al baño.

—Esa es la bodega. —se rió en baja voz. —No estés nervioso, sigo siendo una humana común y corriente, H.

—Ehh, sí.

Al regresar ya con la bata, ambos nos pusimos en el suelo. Elena me dio un lienzo que tenía en blanco mientras ella seguía pintando los otros dos con los dedos. Se veía demasiado concentrada en lo suyo, que solo admiraba sus expresiones.

Sus trazos eran algo torpes y contenta seguía mezclando y con una servilleta se limpiaba los dedos. Pasaba el dorso de su mano por su frente para quitar las finas capas de sudor e incluso ahí, notaba que brillaba más que todo lo fosforescente en la habitación.

—Si me sigues mirando no acabarás tu pintura. —comentó.

En otras ocasiones me hubiera sentido avergonzado o hubiera soltado un comentario sarcástico; sin embargo, ahora, solo quería mirar por lo que no había mirado antes.

"HASTA QUE ME OLVIDES."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora