Cap 38

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Por fin voy a ver al tipo que se atreve a amenazar a mi hermanito. Aprieto la mano a pesar de mí al brazo de Jefnier. Me mira brevemente antes de fijar la vista en frente.

Cuando por fin se abre la puerta y aparece el gigante al que Jefnier había hablado, me pongo tensa como un arco, alerta ante cualquier emboscada. Le dirige una mirada cómplice a su colega y nos hace un gesto para que le sigamos adentro.

Jefnier me aprieta más a él, antes de decir bajito:

—Jefnier: "Te quedas pegadita a mí."—

¡Estoy de acuerdo! ¡De todos modos, tampoco tenía previsto ir a visitar el casino!

Cuando penetramos en el antro de Mancini, me espero encontrarme en medio de una inmensa sala repleta de máquinas tragaperras. Ahora bien, una vez que atravesamos el umbral, bifurcamos inmediatamente hacia un ascensor camuflado a nuestra derecha. Solo me da tiempo a ver algunas mesas de juego, y más lejos, la sala de las máquinas tragaperras.

El portero entra en la cabina delante de Jefnier y yo. Nosotros le seguimos, entrando después. Dirección: última planta. Los segundos en el ascensor me parecen eternos. Miro de reojo a Jefnier quien permanece impasible. Estoy cada vez más tensa. Estoy a punto de conocer al hombre que más odio en este mundo.

Como si pudiera leerme el pensamiento, Jefnier me hace una mirada tranquilizadora. Le respondo haciéndole una ligera sonrisa, sin lograr esconder mis nervios. Cuando se para el ascensor y se abren finalmente las puertas, tengo que aguantarme para no salir corriendo de la cabina como una loca. La tensión que reinaba en ese pequeño espacio confinado me estaba ahogando cada vez más. Me costaba respirar.

El gorila nos precede saliendo de la cabina y, ¡sorpresa! Aterrizamos directamente en un despacho más bien sombrío, inmenso y vacío. Estoy más concentrada de lo que lo he estado nunca.

Estoy impaciente por que pase algo y arreglemos esta historia del plazo lo antes posible. Mientras esperamos a Mancini, echo un ojo a mi alrededor. Este despacho, de dimensiones fuera de lo común, está presidido por una mesa monstruosa tallada en madera de caoba. Hay un sillón enorme de cada lado del mueble, y una docena de monitores muestran en directo las mesas de juego.

¡Está claro que estamos en el despacho del mafioso! ¡Pongo la mano en el fuego! ¡Por haber visto un montón de películas, es el esteriotipo perfecto! Entonces, ¿es aquí donde pasa la mayor parte de su tiempo? Interesante... Pero, hablando de él, ¿dónde se esconde?

Reprimo un gesto de hastío. Estoy harta de tener que quedarme tranquila en una situación así, ¡tenemos que arreglar el problema, y ya!

Mientras tanto, contemplo a los cuatro gigantes vestidos de negro que están esperando pacientemente a uno y otro lado del despacho. ¡Un auténtico pasillo humano! Me invade un sentimiento de odio mientras están ahí plantados tranquilamente delante de mí, cuando mi hermano aún está en el hospital por su culpa. De repente, mientras yo estaba matando lentamente uno a uno esas basuras en mi mente, se oye un chasquido de manos.

Viene del sillón que está girado detrás de la mesa de madera. Cuando este se pone a girar lentamente hacia nosotros, mi corazón se pone a latir con fuerza en el pecho... ¡Es Mancini! ¡Estoy segura! Hasta noto como se pone tenso Jefnier cuando este se nos pone de cara, sentado tranquilamente en su sillón.

El hombre termina de golpear las manos, y luego se levanta tranquilamente del sillón. Sus ojos nos analizan y una sonrisa rapaz se dibuja en sus labios. Entonces, rodea su imponente escritorio y viene hasta nosotros con un paso tranquilo y fluido sin dejar de mirarnos ni un instante.

Su traje blanco, de una marca de alta costura, contrasta con el de sus hombres. Probablemente hecho a medida, debe de haberle costado una fortuna. ¡Está claro que tiene clase! ¡Lástima que se haya metido con mi hermano, eso le quita el encanto directo!

𝕻𝖊𝖑𝖎𝖌𝖗𝖔 (lunay-Jefnier Osorio )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora