Epílogo

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Jisoo sonrió automáticamente al abrir los ojos.

Frente a ella, tenía el causante de sus ojeras, pero también, una de sus mayores fuentes de felicidad.

Nunca pensó que ser madre iba a ser una tarea fácil. Con YoonGi, las cosas salieron mucho mejor, pero con Soobin, todo era muchísimo más complicado.

Soobin era el segundo hijo de Jennie y Jisoo, y sólo tenía seis meses de vida. Un tiempo de vida muy apto para no dejar dormir por las noches. Recordó que Jennie se hizo cargo de Soobin, y prácticamente no durmió nada. A pesar de eso, se fue con una sonrisa en su rostro.

Con YoonGi, todo había sido más sencillo, aunque fueran madres primerizas, el niño lo había puesto todo más fácil.

Jisoo nunca pensó que a sus veinticuatro años estuviera casada, y ya tuviera dos hijos.

Dos hijos con la persona más hermosa de ese planeta.

Volvió a sonreír, cuando notó la sonrisa de su propio hijo en sus sueños. Amaba a sus hijos con su vida.

Cuando YoonGi nació, toda la familia quedó satisfecha con el pequeño. Desde kilómetros, podía notarse que ese niño, era un alfa, y al comenzar a crecer, se confirmaba. Tenía un instinto protector con Jisoo, pero sobre todo con Soobin.

Una de las diferencias que tenían los hermanos Kim, era su estatus. YoonGi era un alfa completamente, y Soobin, un omega.

Jennie le había prometido en reiteradas ocasiones que nadie iba a lastimar a Soobin por ser un omega, y si ella debía intervenir constantemente por su pequeño, lo iba a hacer.

Lo único que Jisoo deseaba, era que su hijo lograse ser feliz, y que nadie lo pasara a llevar por ser un omega.

Su instinto protector con Soobin había sido muy diferente al de YoonGi. Podía dejarlo con Rosé, o Irene, incluso Lisa, pero con Soobin, no. Tenía la necesidad física de estar junto a su hijo constantemente, y el pequeño, también parecía estar igual con ella, y con Jennie. En especial con Jennie.

Con sólo escuchar su voz, o ver su rostro, reclamaba por la atención de su madre, que lo tomaba como si fuera el tesoro más preciado de la historia. Lo era para ellas.

Los suaves golpes en la puerta la sacaron de su trance, y con un suave "pase", le dio la orden de ingresar a aquella persona, aunque no era muy difícil de adivinar.

Rosé ingresó a la habitación con agilidad, y después de varias zancadas, llegó hasta el lado que antes había sido ocupado por Jennie.

—Buenos días.

—Buenos días.

—Te ves cansada. ¿Mucho trabajo con Soobin?

Asintió lentamente, mientras observaba el desayuno que Rosé había llevado a su habitación.

—Soobin no dejó dormir a Jennie.

—Pero aun así tu esposa se fue a la reunión. ¿Por qué no has ido con ella?

Jisoo suspiró con pesadez, recordando la dichosa firma de ese millonario contrato con el mismísimo presidente del país.

Sólo lo había visto una vez, y acabó detestando sus peticiones, y la mala persona que se escondía detrás de la figura de un hombre que se mostraba como bueno. No le agradaba, pero el dinero que recibían por venderle armas al gobierno era demasiado.

Con el tiempo, la omega comenzó a ser mucho más relevante en la familia Kim. No sólo por ser la esposa de Jennie, o la madre de sus hijos, sino, por cerrar negocios, y ser una negociadora demasiado buena. Extremadamente buena.

INFILTRADA - JENSOO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora