Bárbara
No paraba de escuchar una vibración y sentía como mi cabeza daba vueltas sin saber muy bien de donde procedía el sonido, pensé que era fruto de mi imaginación, pues últimamente no dormía muy bien, pero no tardé demasiado en ser consciente de que no era mi mente atormentada, sino mi teléfono. Levanté lentamente mi cabeza de la almohada y tanteé la mesita de noche con mis manos hasta que cogí el teléfono. Miré la pantalla y vi el nombre de mi padre, eran las cuatro de la mañana y me levanté rápidamente asustada. Se supone que deberían de estar durmiendo en la habitación de al lado, ¿qué hace llamándome a estas horas? Pensé todo eso rápidamente hasta que contesté la llamada.
-¿Por qué me llamas, papá? ¿Ha pasado algo?- dije con la voz adormilada y pastosa.
-Perdona, Bárbara. Te llamo porque tu madre se ha caído por las escaleras al ir a por un vaso de leche esta noche. Como era muy tarde y vi que no te habías levantado, pensé que estabas profundamente dormida, así que nos fuimos directamente al hospital- respondió mi padre atropelladamente y con tono hostil.
-No te preocupes, papá. ¿Qué se ha hecho?- le dije levantándome de la cama y dirigiéndome al baño para ducharme. La verdad es que tenía el cuerpo destemplado y me planteé ponerme algo básico e irme dirección al hospital. Sin embargo, me pareció que no era acorde plantarme en ningún sitio oliendo mal, aunque no fuese así. Pero mi subconsciente me lo advirtió, por si acaso.
Mi padre me contestó que se había roto dos costillas y se había hecho una fisura en el pie izquierdo, pero que se encontraba estable. Mientras me lo contaba pensé que era extraño que mi madre se hubiese caído ya en varias ocasiones en los últimos tres meses, pero no me dio tiempo a divagar más sobre el asunto, puesto que mi padre me pidió que prepara un poco la casa para cuando mi madre llegase, pues iba a estar en silla de ruedas durante al menos un mes. Por un momento, agradecí no tener que ducharme a esas horas de la noche, así que le dije a mi padre que todo estaría en orden cuando llegase, y me acosté para dormir al menos una hora más. A las cinco y media sonó mi despertador y me incorporé con algo más de energía, la casa estaba bastante fría, así que, encendí la chimenea de la sala de estar. Pensé durante bastante tiempo como organizar la casa, ya que si mi madre iba a estar en silla de ruedas, no podría subir ni a la planta de arriba, ni a su dormitorio ni al baño. Empecé a agobiarme más de lo normal y más de lo que acostumbro, normalmente suelo tomarme las cosas con calma, pero aquello me empezaba a preocupar y mi mente no paraba de dar vueltas a lo que le estaba pasando a mi madre. La verdad es que no necesitábamos más problemas en la familia, bastante teníamos ya, pero como dice el dicho "no cabíamos en casa y parió la abuela". Pues eso es justo lo que nos estaba pasando, mi familia parecía desmoronarse por momentos y cuesta abajo, sin frenos.
Y es que somos una familia de seis personas con poco recursos, cuatro hermanos y cada cual con su vida, pero siempre anclados al núcleo familiar; Pablo de 34 años, casado y con dos hijos, al que llevaba sin ver un año. Al parecer estaba demasiado ofendido con ciertas actitudes de mis padres hacia su persona, pero creedme, nada que justifique esa actitud hacia el resto de la familia y, por supuesto, cuando tenía un problema económico no dudaba en acudir a mis padres, donde dejaba de estar enfadado hasta que le daban el dinero; Paula de 34 años era melliza de Pablo, a ella la adoraba con todo mi alma, siempre ha sido mi inspiración y estaré eternamente orgullosa de ella. Hace tres años se fue a Nueva York a cumplir su sueño como escritora, y actualmente está triunfando, lleva seis libros vendidos y es famosa en casi todo el mundo. Todos los meses nos manda bastante dinero, pero nunca es suficiente, especialmente cuando tienes un hermano que anda metido en problemas constantemente y tienes que sacarlo de sus múltiples líos de dinero. Ese era Gabriel, 27 años, en realidad es un hombre de los más inteligente y buena persona, sin embargo, no lo suficiente como para dejar de meterse en líos. Tener que ser aceptado socialmente y tener tan poca autoestima le lleva a querer impresionar a ciertos personajes que lo único que hacen es reírse de él y aprovecharse de su bondad, no obstante eso no deja de hacerlo parecer aun más imbécil de lo que ya es. Debería de mirar más por su familia en vez de estar haciendo el tonto con cuatro tíos que no le aportan absolutamente nada bueno. Pero, es por esa la razón por la que se fue de casa hace dos años, mis padres no podían seguir con peleas y gritos constantes, eso sí, si se mete en un lio, ahí están para solventar sus problemas. Supongo que de eso trata ser padres. Y luego, estoy yo, la pequeña, 24 años y al parecer, un futuro poco prometedor.
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Siempre fue París
Teen FictionPor ayudar a sus padres económicamente, Bárbara se muda a Gainesville para trabajar en la empresa de los Miller. Sin embargo, nada es lo que parece cuando llega allí. Bárbara deberá encargarse de vigilar a la joven periodista París Miller que junto...