Ángel Negro

Sr. Vacanti

Mi nombre es Rory Vacanti, soy un exorcista oriundo de Italia. Venecia para ser mas especifico.
Nací en una familia de clase media alta, donde ir a la iglesia era cotidiano desde que tengo uso de razón. Desde pequeño que detesto las misas. Lo sé, suena raro que un exorcista diga eso, pero es así.

 Desde que empece a interactuar con el mundo por mis propios medios me gustaron las cosas que incluían el infierno, siempre me llamaron mas la atención los demonios que los ángeles.  Mis padres, al ver mis gustos bastantes siniestros, decidieron mandarme a una escuela católica, pensando que mi mente iba a cambiar de parecer y me iba a ir hacia el camino del señor. Pero no, mi mente oscura no tenia remedio para ese entonces. La escuela me sirvió de mucha ayuda para, luego, poder elaborar mi propio trabajo.
De la escuela salí con varios amigos  que se ganaron mi respeto y cariño, a pesar de la diferencia de pensamientos y gustos.

Con ya 19 años, decidí hacer un viaje a la ciudad del Vaticano, para poder preparar un poco mas mi sabiduría sobre el tema.
Con 23 años ya pasados de mi vida, empece a trabajar de una forma secreta, por mi propios medios, independientemente. La gente llegaba con personas endemoniadas a una especie de oficina que yo tenia en la ciudad de Roma. En ese lugar, que en la noche se convertía en una especie de cementerio de demonios, pasaban las cosas mas anormales que el ojo humano pueda llegar a ver, desde pobres almas inocentes que quisieron escapar de las llamas del Inframundo, hasta el mismo Luciano, hijo del poderoso Lucifer, pasaron por mis lecturas y poderes infernales.

Con los años desarrolle una especie de poderes bíblicos. Nadie que yo conozca actúa de la misma forma que lo hago yo, con tanto poder y fuerza.

Tengo demonios y ángeles como amigos y ayudantes para mi trabajo. Demonios y ángeles que conozco demasiado como para poder desconfiar de ellos... o mejor dicho confiar en los angeles, los demonios suelen ser bastante traicioneros.

En las noches las pesadillas me atormentan, los fantasmas del limbo no me dejan tranquilo, pero con el tiempo aprendí a ignorarlos y la costumbre me deja dormir.
Nunca pude tener familia, mi clase de trabajo perjudica a los seres que amo y tengo cerca. Todas mis novias fallecieron de formas crueles, murieron en manos de los castigados.

No hago trabajos para el señor todo poderoso, solo para el amo de las tinieblas.
Yo no trabajo para Dios, solo trabajo para Lu.