Capítulo 5

395 93 10
                                    

—Oh, vamos, Lix ¿Puedes dejarla ya? La estás asustando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Oh, vamos, Lix ¿Puedes dejarla ya? La estás asustando.

Escuché la voz de Nayeon y la divisé a un lado de todo el escándalo, estaba rodeada por unos cuantos adolescentes mirones, mientras Felix y todos sus amigos continuaban riéndose, seguro de mi rostro asustado. Mingi era alto, muy alto, y cuando tomó mi brazo, no pude evitar gemir de dolor, no porque doliera en sí, sino porque no quería que me tocara. Me sentía de nuevo la estúpida omega que se dejaba llevar por todo.

—Vamos, Mina, no te resistas, no quieres que use la voz y te veamos mearte en los pantalones, ¿No? Mingi entrará en celo muy, muy pronto, puedes servirle bien. Además según las revistas bien sabes servir hasta a millonarios ¿No? — Mi mirada viajó por la gran cantidad de personas que nos rodeaban, incluso ahora sabía porque Nayeon no se acercaba, dos amigos de Felix la tenían bien sujeta de los brazos, impidiéndole avanzar ¿Quién más abogaría por mí? Incluso los profesores se alejaban de escenas como esta, nadie se mete con un alfa cazando a un omega. Yo era la omega, Mingi el alfa y su mirada era el perfecto método para hacerme doblegar.

—Felix ¡Basta! — La voz de Nayeon ya parecía algo distante, la mirada de Mingi me estaba consumiendo, sentía mi cabeza doler, era yo luchando contra mi omega, tratando de la forma que sea no doblegarme ante aquella mirada. E incluso cuando el brazo de Mingi rodeó mi cuerpo, lo sentí quemar, no de la buena forma, aquel contacto me repugnaba tanto, pero ya era tarde, mis pies se estaban moviendo para cuando quise decir o hacer algo. Él ganó, el alfa siempre obtiene lo que quiere, porque eso es lo que soy, una cosa que sirve para aliviarlos, ni siquiera una cosa que deseén mantener a su lado.

Caminamos a paso tranquilo hasta donde los alfas esos tenían sus autos. Suspiré, mis pies se movían por inercia propia mientras mi mente solo se llenaba de la imagen de la única alfa con la que quizás aceptaría subirme a su auto, y de hecho, me había subido a su auto sin chistar aquella noche. ¿Cómo estaría Chaeyoung? Bueno, era rica, ¿No? Seguro se alimentaba bien, comía bien, dormía bien y tenía una vida de sueños.

Si lo pensaba con la cabeza un poco más fría, cuando me estaba acercando a vivir una de las cosas más desagradables de ser la parte más baja del régimen genético, debí de haberme imaginado que algo así pasaría. Quizás habría evitado esto si hubiera traído puesta la ropa donde aún tenía algo impregnado el fuerte olor de Chaeyoung, no solo para protegerme, sino también porque la extrañaba, y sinceramente sonaba enfermizo no haber lavado ese conjunto de ropa solo para mantener su olor, pero era lo único que me quedaba de ella.

Cuando ya estábamos a nada de subirnos a uno de los coches, escuché un auto viniendo a velocidad y luego un hermoso Ferrari negro ya conocido para mis ojos se estacionó rozando el parachoques del coche donde se supone iba a entrar. Mi corazón se detuvo y después lo sentí palpitar con fuerza, incluso mi omega estaba aullando de felicidad, si es que eso era posible. Chaeyoung, era mi Chaeyoung.

Bueno, solo Chaeyoung.

Ella bajó del auto cerrando la puerta con un fuerte golpe y se paró justo frente a nosotros. Sentí su enojo, el fuerte olor que desprendía estaba segura que nos asustó a muchos, Chaeyoung estaba más que enojada, parecía colérica y la mueca en su rostro solo me confirmaba mi teoría.

The perfect omega - michaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora