Recuerdo la primera vez que pensé que mi abuela Linda era cruel. Era verano, mamá había ido de visita y quería que la acompañara. Lograba convencerme porque nadaba en la fuente de jardín de la abuela, cuando no tenía verdín, patógenos o enfermedades letales. Si eras generoso y usabas mucho la imaginación, parecía una alberca. Había ido preparada, ya con traje de baño, chanclas, toalla en un brazo e inflable en otro. Al abrirnos la puerta mi abuela me escaneó con brevedad, hizo una mueca de disgusto y empezó a hacer lo que mejor le salía: criticar.
―María ―Se dirigió a mi madre y masajeó su sien con preocupación― ¿acaso no dejas que la criatura cierre la boca? Engordó un montón ¿Viste sus rodillas? Parecen bollos.
Solo tenía cinco años, para mí estar gorda no era algo malo, pero ella lo dijo como si lo fuera.
―Ay, ma, está bien.
Mi mamá, intentando salvar el día, me mandó a nadar con una caricia en el cabello.
―Anda, ve a nadar, cielo. Yo te recogeré mañana a la mañana ¿sí?
Fui con reserva hasta la fuente, no entendía qué había querido decir Linda, pero comprendía que no era un cumplido. Yo pesaba menos de veinte kilos, lo sabía porque el doctor se lo había dicho a mamá. Mientras chapoteaba mi mamá intercambió unas palabras con la abuela, se cruzó de brazos, gritó algo que sonaba a insulto, se metió en su fiat duna y pasó junto a la carretera que bordeaba la fuente, tocó el claxon y agitó la mano. Mamá siempre había querido que tuviera una buena relación con la abuela, aunque ella no la tuviera.
A las horas mi abuela se asomó a la entrada y gritó:
―¡La comida! ¡Ven, rápido! ¡Y no mojes nada! ¡Ya!
Salí lo más pronto que pude, me sequé con el mayor esmero y vi que me chorreaba sangre de las rodillas. Nadar en una fuente hacía que, a veces, me raspara accidentalmente con la grava del fondo y me arrancara la piel. Pero valía la pena. El departamento donde vivíamos era caluroso y el agua fresca me sentaba bien.
Cuando entré, encontré que mi abuela había preparado arroz blanco. Tenía un hambre voraz y solo había un plato.
―¿Esto...? ―dije tratando de ocultar la decepción―. ¿Esto es para mí...?
―Si quieres le agrego un huevo. Como a ti te gusta ―no era que me gustara, era lo único que ella me preparaba cuando la visitaba.
Eso o verduras hervidas.
Fue hasta la cocina, abrió la nevera, sacó un huevo marrón y lo estrelló contra mi plato. Arrojó la clara y la yema cruda encima del arroz y revolvió sin esmero, como si le fastidiara cocinar. El huevo estaba frío así que congeló el arroz.
―No le digas a tu madre que comes esto.
―¿Por qué? ―pregunte, agarré la cuchara y vi cómo caía la consistencia viscosa por los bordes.
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La sangre de Blythe Banister [ONC 2024]
خيال (فانتازيا)Blythe Banister, una adolescente tímida que nunca destacó en nada, descubre que su familia empleó magia por generaciones para instaurar orden y sembrar terror, aturdida deberá decidir si unirse a ellos y continuar el régimen o revelarse y devolver l...