CAPÍTULO 29: Muérdago.

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El muérdago se asocia con la fortuna y la prosperidad.

Para los celtas esta planta sagrada atraía la buena suerte, y sus druidas colgaban ramilletes de las puertas durante el solsticio de invierno para ahuyentar a los malos espíritus.

En la Antigua Grecia y Roma, el muérdago simbolizaba la paz, unidad y reconciliación. Por su parte, la cultura anglosajona compartía estos significados, a los cuales también se añade el de la fortuna en el amor: los rituales con muérdago propician una relación de pareja feliz y duradera.

Amelia está tan enfrascada en los preparativos para la cena de Nochevieja, que no se para ni un segundo a pensar en cómo va a terminar el año, hasta que coloca en el salón el último centro de mesa repleto de muérdago y luces doradas.

Han decidido, igual que en Nochebuena, hacer la celebración en el que será el futuro hostal. Pues en cuanto terminen las fiestas, empezarán a reformar el lugar.

Diego ha salido un momento para ir a recoger el postre que han encargado y los demás no han llegado todavía. Ahora que la enorme casa está en silencio y con toda la decoración de Navidad envolviendo en el lugar, Amelia se toma por fin un momento para pensar. Un instante para reflexionar sobre lo mucho que un pequeño viaje les ha cambiado la vida a todas. Si alguien le hubiera dicho hace meses que aquellas vacaciones improvisadas a Francia cambiarían de manera radical el rumbo de la vida de ella y de todas sus amigas, Amelia se hubiera reído. Ahora, sin embargo, está a punto de cerrar el año de la manera más inesperada y bonita posible.

Ella, que nunca se había imaginado a sí misma con una pareja estable, se sigue sorprendiendo cada vez que cruza la mirada con Diego y su corazón se desboca. Se siente liberada por haber sabido atrapar el momento, por no dejarse llevar por sus prejuicios y no rechazar a una persona que la hace sentir tan viva.

Todos los meses en los que se han estado conociendo y en los que han estado preparando la apertura del nuevo hostal, han pasado para Amelia como un suspiro, pero, a la vez, están tan llenos de recuerdos y momentos que parece que hubiese pasado más tiempo.

—¿Qué haces ahí parada? —pregunta Diego sobresaltándola. Estaba tan perdida en sus pensamientos que ni siquiera le ha escuchado volver a la casa. —Pareces una estatua de piedra alabando al centro de mesa. Te ha quedado bonito, pero no es para tanto —bromea él.

—Estaba pensando.

—¿En qué pensabas? —pregunta Diego, dejando el paquete de la pastelería sobre la mesa y rodeando con sus brazos a Amelia por la cintura.

—En lo mucho que me ha cambiado la vida desde que te conozco.

—Vaya, cuánta intensidad viniendo de tu parte. —Diego bromea, pero lo piensa de verdad. Sabe que Amelia siente cosas por él, es evidente, pero también tiene la certeza de que él está mucho más pillado que ella. Sin contar con que Amelia es dada a expresar su cariño de manera pasional y física más que con palabras.

—Estaba pensando en lo que me haces sentir. En cómo se me acelera el corazón cuando te veo, cuando me abrazas. Estaba perdida en los pocos recuerdos que tenemos de estos meses juntos, que se me antojan muchos y valiosos, pero de los que deseo más. —Amelia se ha girado para mirar a Diego a los ojos y rodear su cuello con sus brazos. Un Diego que permanece en silencio, anonadado por esta súbita e inesperada declaración por parte de Amelia. —No sé cómo se hace esto. Lo de decir cosas bonitas, me refiero. Pero quería decirte cómo me siento antes de que acabe el año. Quiero empezar el siguiente año con la seguridad de que comprendes lo importante que te has vuelto para mí.

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⏰ Última actualización: Mar 08 ⏰

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