cap- 5

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El viento golpeaba en su rostro, su cabello se movía detrás de ella mientras corría entre los árboles, tenía mucha prisa en llegar a su destino.

Cuando por fin llegó al claro, el sol hizo que su rostro mojado por el sudor brillara, el día de hoy llegaba un poco tardé.

– llegas tarde.– me dijo mi hermano Madara mientras estaba sentado en el suelo afilando una daga.

– las doncellas del consejo me soltaron tarde, y tuve que correr.–le dije mientras me quitaba la capa que tenía encima de mi yukata, después de todo era invierno, y este era su entrenamiento semanal.

Dado que su padre hace dos años que se encontraba enfermo en cama, Madara había tenido que asumir el papel del líder del clan, pero también la responsabilidad de proteger a sus hermanos menores.

Entre sus deberes estaba el encargarse del entrenamiento de su única hermana mujer al ser el la cabeza de la familia, nadie más podía ocupar ese deber debido a que el entrenamiento en una dama se concidera como lo más íntimo que hay, solo su padre (o en este caso la cabeza del hogar) o su futuro esposo podían presenciar dicho entrenamiento.

– está bien, empieza entonces.–me dijo mientras dejaba la daga de lado para darme su atención.

Empezá a practicar mis movimientos de manos y pies, patadas, vueltas circulares, saltos. Manejar mi Taijutsu era algo con lo que lidiaba fácilmente, como era ligera podía moverme más rápido, por lo cual era una ventaja.

Madara me daba uno que otro consejo, como el corregir mi postura, tener más firmeza a la hora de golpear, todo lo que me decía lo seguía con diligencia, después de todo mi hermano era un espero pelador y sabía que no había nadie mejor que el para entrenarme.

Cuando menos lo noté el sol ya se estaba ocultando en el ocaso, así que me estuve para respirar mientras en aire frío pegaba con fuerza en mi piel sudorosa.

– Bueno, creo que hemos terminado por hoy, todavía hay mucho que perfeccionar pero todavía tenemos algunos meses para hacerlo.– dijo mientras se levantaba de la roca en la que estaba supervisando mi entrenamiento.– vamos a casa.

Solté un suspiro algo cansado, todavía queri seguir, queria ser buena para que no se decepcionará de mi.

– Adelantate hermano, me quedaré un  momento a ver el cambio del ocaso.– le dije mientras terminaba de secar mi sudor y me colocaba mi capa sobre mi yukata.

–hmm.... Regresa antes de que sea demasiado oscuro, sabes que aunque estemos en nuestro territorio no tenemos que confiarnos.– Me dijo mientras se daba la vuelta y empezaba a marchar hacia la salida del claro.

– lo haré.

Solté un suspiro cuando ví que desapareció de mi vista, a veces sentía que Madara hacia mucho por nosotros y nosotros no hacia mis casi nada por el, en especial yo, el más que mi hermano se a comportado como mi padre, anuando que el verdadero no le interesa mi existencia.

Me senté en la piedra donde anteriormente estaba el sentado, y mire hacia el orizonte viendo como el sol se ocultaba para empezar a dar paso a los colores naranjas, dorados, morados y azules del atardecer. Cuando ya el sol se había ocultado por completo y empezó a salir la luna, me levanté y me posicioné encima de la roca, y arriba de esta empeze a practicar mis patadas y giros, no me quite la capa porque el frío había aumentado y no quería resfriarme, pero tampoco quería volver, no aún.

Estába tan concentrada que cuando escuché el ruido del crujir de una rama me asuste y terminé callendo de la piedra, justo en el suelo lleno de nieve.

El dolor me dejó un poco aturdida, pero logre escuchar unos pasos acelerados que se acercaron a mi, hasta que una silueta se situó sobre mi, senti miedo de que fuera a asesinarme.

tu esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora