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El resplandor tenue del alba apenas empezaba a filtrarse por las cortinas cuando Han se despertó, los párpados pesados por el sueño. Un vistazo al reloj digital junto a su cama le indicó que apenas eran las cinco de la mañana. Sus padres yacían aún dormidos en sus habitaciones, y Han sabía que era su deber levantarse primero para comenzar con las labores del día.

Con pasos silenciosos, se dirigió hacia la habitación de huéspedes donde Minho se alojaba. Golpeó suavemente la puerta antes de abrirla, encontrándose con Minho envuelto en las sábanas, el ceño fruncido en desagrado por ser despertado tan temprano.

"¿Qué demonios quieres a esta hora, Han?", gruñó con voz adormilada.

Han le dirigió una sonrisa amable. "Lo siento por despertarte tan temprano, pero necesito que te levantes. Tenemos cosas que hacer".

Minho resopló, claramente molesto por la interrupción de su sueño. "¿Cosas? ¿A las cinco de la mañana? ¿Estás bromeando?"

Han negó con la cabeza. "No es una broma. Necesitamos ir al pueblo a comprar cosas para el desayuno y me gustaría que me acompañaras".

Minho frunció el ceño, aún sin entender por qué era necesario levantarse tan temprano para ir de compras. "¿Por qué no podemos hacerlo más tarde? No veo la necesidad de madrugar de esta manera".

Han suspiró, tratando de explicarle a Minho la importancia de empezar el día temprano en la granja. "Minho, en la granja, es importante levantarse temprano para aprovechar al máximo el día. Hay mucho trabajo por hacer y no podemos permitirnos perder el tiempo. Además, el mercado del pueblo suele estar más concurrido más tarde en el día".

Minho asintió lentamente, aunque aún no convencido del todo. "Supongo que tienes razón", murmuró resignado. "Pero no tienes idea de lo mucho que odio levantarme tan temprano".

Han le lanzó una sonrisa comprensiva. "Lo siento".

Con un suspiro resignado, Minho se levantó de la cama y comenzó a prepararse para el día. Aunque no estaba contento por la idea de madrugar, sabía que era importante apoyar a Han en sus labores diarias. Juntos, se dirigieron hacia el pueblo en la tranquila frescura de la mañana, listos para enfrentar el día que tenían por delante.

(...)

El bullicio del mercado comenzaba a aumentar a medida que el día avanzaba. Changbin y Félix estaban ocupados acomodando productos en los estantes cuando sus miradas se cruzaron con la inesperada llegada de Minho y Han juntos. Changbin, al ver a Minho, sintió una punzada de preocupación y curiosidad. Se acercó a él, ignorando su trabajo por un momento.

"Minho, ¿dónde te estás quedando?", preguntó Changbin con una expresión de preocupación en su rostro.

Minho levantó una ceja, claramente molesto por la pregunta. "Eso no es asunto tuyo, Changbin", respondió bruscamente.

Changbin frunció el ceño ante la respuesta grosera de Minho, pero antes de que pudiera replicar, Han intervino.

"Hey, ¿qué está pasando aquí?", dijo Han, poniéndose entre los dos. "No necesitamos crear un espectáculo aquí".

Félix, que había estado observando la situación con curiosidad, asintió comprensivamente. "Tiene razón, chicos. No queremos problemas aquí".

Changbin, aunque aún preocupado por Minho decidió dejarlo pasar por el momento. "Tienes suerte de que Han esté aquí para detenerme", dijo en un tono sarcástico hacia su primo.

Destinos Entrelazados  *Minsung*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora