-Capítulo 4-

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Félix se dirigió a su salón de clases, no compartiría grupo con la dulce niñita que se le acercó en la entrada. Había disfrutado el momento, sin embargo, supo que la chica iba con intención de encontrarse con Adrien, aunque se preguntó cómo habría reaccionado su primo con tal acercamiento. Tal vez hubiera sido grosero, déspota y no hubiera aceptado nada de la chica.

Adrien, por su lado, iba al salón de clases con la expresión más molesta que de costumbre. Al entrar, divisó a Marinette sentada en la banca de atrás, charlando y contándole algo a Alya, ella sonreía con emoción e ilusión. ¿Acaso por el encuentro con Félix? que estupidez.

—¡Adrikins! —escuchó esa voz tan molesta y soltó un bufido, Chloé llegó a su lado y él la volteó a ver con mala cara—; escuché que Félix está aquí, ¡que emocionante! necesito verlo. Es mi mejor amigo, ¿en qué grupo está?

—405 —respondió—, ahora deja de molestarme, Bourgeois.

Chloé hizo una mueca y volvió a salir del salón. Marinette y Alya escucharon la conversación.

—¿Otro Agreste? —le susurró Marinette a Alya, sorprendida.

Alya se encogió de hombros, igual de asombrada que Marinette. Luego, madame Bustier entró por los chicos para llevarlos a la toma de fotografías para los expedientes. En total, les entregarían cinco fotos; una se quedaría en el expediente, otra en su credencial escolar y las sobrantes las guardarían por si las necesitaban en algún otro documento. Todos bajaron de forma organizada, Chloé ya estaba ahí.

—Atrás, perdedores. Todos ustedes saldrán tan horribles, que ni siquiera deberían tomarles fotos. ¡Son capaces de romper la cámara tan solo con sus rostros! —soltó una carcajada y posó su vista en Marinette, dispuesta a terminarla con un solo comentario—, especialmente tú, panadera mediocre.

Adrien apretó los puños, Chloé era odiosa y mala, no la soportaba y a duras penas creía que alguien como Félix pudiera ser su amigo. ¿Cómo era tan valiente de aguantarla sin querer asesinarla? Marinette agachó la cabeza, dolida. Y en ese momento, una pequeña y rebelde lágrima resbaló por su mejilla. Chloé reía sin parar después de haber logrado su objetivo.

—Basta, por favor —intervino Bustier—, hagamos esto rápido y sin más conflictos. Chloé, no me hagas mandarte a detención el resto del día.

Chloé bufó y pasó con el fotógrafo. Todos se tomaron las fotos sin tener ningún otro problema, y volvieron al salón de clases. Estarían listas para la tarde, según madame Bustier.
Las clases pasaron normales y aburridas, Adrien quería sacarse los sesos e ir directo a casa, Marinette seguía cuchicheando con Alya y Chloé se retocaba el maquillaje. Que superficial.

Por otro lado, Félix no perdía el tiempo. Necesitaba saber quién era la chica que se topó en la entrada del instituto, y lo conseguiría. Se dirigió a la oficina del director, tocó la puerta y después de un adelante, ingresó.

—Director Damocles, me han mandado aquí por usted. Al parecer, unos chicos tuvieron una amm... riña fuera de los baños, necesitan su presencia.

Damocles suspiró ruidosamente. Sin decir nada, tomó una escoba que se encontraba en la esquina de la oficina y salió apresuradamente. Félix le puso seguro a la puerta y comenzó a buscar por los cajones, hasta que encontró un folder con una etiqueta; expedientes.

Lo abrió y comenzó a hojearlo, reteniendo en su mente aquellos ojos azules que lo habían hechizado en cuanto los tuvo frente a frente. Llegó al grupo en el que sabía que iba su primo, y leyó algunos de los expedientes.

Adrien Agreste

Adrien Agreste

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