Capítulo treinta/ Una cena y exclusividad.

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Summer.

Increíblemente pude mantener una conversación con Teo mientras íbamos en su auto a pesar de mis nervios. Por más que haya vivido aquí toda mi vida, no conozco la ciudad por completo y los lugares por donde me está llevando él, es algo totalmente nuevo para mí.

Las casas por aquí son totalmente diferentes a donde yo suelo visitar y muy diferente al lugar donde yo vivo. El mínimo aquí es tener una casa de dos pisos con al menos dos autos en el garaje y ni hablar de los inmensos jardines que hay con cientos de flores. ¡Me encanta!

Al menos la parte que dejamos atrás: las casas, por más que eran gigantescas, tenían ese toque de hogar. Como si las familias se hubieran esmerado por hacer esas casas suyas, pero ahora, que ya pasamos ese barrio, vuelvo a ver casas como el estilo del departamento de Teo. Modernas, con autos de lujo; algunas casas son de color negro y con un diseño que aún no encontraba la forma.

Teo sigue conduciendo hasta llegar a la parte más activa de este lado de la ciudad. Hay restaurantes, tiendas de ropas con grandes marcas, joyerías y cosas así. Miro fascinada todo porque jamás creí que vendría. Solo veo esto por televisión cuando los periodistas encuentran a algún famoso merodeando por aquí. Esta parte literalmente es el Hollywood de mi ciudad.

Debí haberme puesto mis zapatos con tacón. Miro a Teo y le devuelvo la sonrisa que me dedica, espero que no haya notado que fue un poco tensa. A pesar de que supe que su estilo de vida era completamente distinto a la mía, jamás creí que tanto. Es decir, era consciente que iríamos a un buen lugar, pero esto contradice a todo lo que tenía en mente.

Estaciona frente a un restaurante italiano. Es de esos lugares donde incluso tiene una persona que lleva tu auto hasta el estacionamiento. Cuando bajamos del vehículo y Teo toma mi mano siento un flash producto de una cámara; volteo y veo a un hombre tomándonos fotos en nuestra dirección. Miro a Teo y lo noto realmente tenso apretando su mandíbula, sin embargo, no voltea hacia el sujeto o dice palabra alguna.

Ya entiendo por qué la elegancia de algunos para venir aquí; este restaurante es realmente hermoso; las paredes con ladrillos descubiertos y las vinotecas visibles dan ese toque italiano.

Apenas ven a Teo, un mesero se encarga de guiarnos hasta nuestra mesa. Teo me mira cuando siente que apreté su mano, pero le hago un gesto con la cabeza que no es nada. Solo me sentí intimidada, muchas miradas y varias personas cuchicheando me hicieron sentir rara.

—¿Quieren ordenar ahora o necesitan unos minutos para pensar?

—Danos unos minutos. — le responde Teo al hombre.

Este asiente y se retira. Agarro el menú (que hasta eso es refinado) y leo atentamente los extraños nombres que tienen para cada comida. Miro a mi alrededor y me enderezo cuando veo la recta espalda de una chica.

—¿Qué te apetece? — me pregunta Teo leyendo la carta.

—Es... — demasiado para mí —. Nunca creí que la comida italiana tuviera tanta variedad.

—El risotto es rico. — me suena. Se que un programa de comida explicó lo que era.

—Entonces risotto. — decido dejando la carta a un lado. No me agobiaré adivinando qué es qué.

Frunce su ceño y sigue leyendo. Mis ojos viajan solos cuando percibo la mirada de alguien sobre mí; a dos mesas de la nuestra, dos chicas nos estaban observando y lo curioso e inquietante es que no voltearon cuando me di cuenta, sino todo lo contrario. Siguen hablando incluso cuando las observo y que en su rostro no haya un ápice de vergüenza, hace que la que se sienta incomoda sea yo.

—¿Sabes?, se me apetece comer pizza. — me sobresalto cuando me habla y lo nota —. ¿Estás bien?

—Sí, y la pizza suena bien.

Hasta Que Lo Efímero Se Acabe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora