Después de pasar el cartel, tardamos poco menos de cinco minutos en ver una estatua de color blanco, parecía hecha del mismo material que la de David de Miguel Ángel. Consistía en una ave, como si fuera un fénix, con las alas extendidas haciendo que su presencia te hiciera intimidar. Se alzaba unos cuatro metros, pero detrás de esta se imponía un edificio más grande.
Finn nos acercó hasta la entrada. Me bajé del coche y me encontré con un edificio hecho de ladrillos rojos. Se notaba el ligero deterioro de estos por el paso de los años. Había un cartel varios metros por encima de la puerta de acceso que ponía Edificio Principal, junto a un escudo de lo que deduje que era de la Universidad. Un fénix con las alas extendidas y una H de color rojo en el centro de este.
Me giré hacia Finn, el cual estaba sacando las maletas.
― Deja que te ayude. ― Fui hacia él.
― No te preocupes, es la última. ― Cerró el maletero y cogí una de las maletas. ― Le acompaño hasta la entrada. ― Dijo con una sonrisa la cual le devolví en modo de agradecimiento.
El sitio estaba tranquilo, deduje que porque era lunes a las nueve de la mañana, y todos deberían de estar en clase.
― Aquí la dejo, señorita Martins. ― Alzó la mano hacia mi.
― Muchas gracias, Finn. ― Le estreché la mano y se fue hacia el coche.
Abrí las puertas del edificio principal , y me encontré con una cosa muy distinta a como era el exterior. El interior era moderno, con las paredes de un blanco roto y el suelo de madera rústico. Un espacio abierto se abría ante mí, dejando ver una especie de sala de espera en el medio y ventanales detrás de este con el reborde negro. Al lado derecho de la entrada, había un escritorio equipado con un ordenador, carpetas, un teléfono, por lo que deduje que era recepción.
Me acerqué y me encontré con una señora de mediana edad con un recogido de pelo muy sofisticado. Estaba escribiendo en el ordenador cuando se percató de mi presencia y me miró a los ojos.
― Buenos días, ¿puedo ayudarla?
― Soy Olivia Martins, hoy es mi primer día.
― Oh si señorita Martins, la estábamos esperando. ― Se levantó y me dio la mano. ― Soy Margaret, la secretaria de la Universidad. Por favor, vaya a la sala de espera, avisaré al director.
― Gracias.
Mientras me sentaba en un sofá mullido de color blanco, me fijé más en el lugar. Delante había una mesita con varias revistas bien puestas la una de la otra. A mi derecha había un ventanal que dejaba ver un lago precioso rodeado de árboles de colores cálidos, dando la bienvenida al otoño. En la pared de enfrente, había una chimenea que estaba apagada, y a ambos lados de esta, había dos vitrinas donde se encontraban decenas de trofeos y medallas. Reconocimiento de esta prestigiosa universidad a la vista de todos.
― Señorita Martins, el director la espera. ― Margaret estaba en la entrada de la sala. ― Por favor, sígame.
Me levanté y la seguí. Me condujo hacia unas escaleras hasta el primer piso, para luego girar hacia el pasillo de la izquierda. Era ancho, y al final de este, habían unas puertas dobles, donde se adhería una placa dorada que ponía Director Arthur Driscoll.
Margaret tocó la puerta y se asomó.
― Señor Driscoll, la señorita Martins.
― Que pase.
Se alejó de la puerta y me hizo un gesto para que pasara, para después cerrarla.
― Señorita Martins, un placer conocerla, soy Arthur Driscoll. ― Extendió su mano hacia mi para estrecharla. Mi batería social se estaba agotando.
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Hechos De Oportunidades
RomanceTras la muerte de su padre, Olivia y su madre deciden irse de su hogar en Londres para empezar de cero en Australia, pero cuando la carta de la Universidad de Huntford llega, su mundo se pone patas arriba. Sin esperar nada, conocerá a gente que le c...