Natalia y Lucía cuentan como era su vida antes de entrar a la academia de baloncesto (Libro: "Mi última oportunidad"), los dramas de sus pueblos hacen que estas dos adolescentes no tengan tiempo de aburrirse. Lee esta historia sobre la vida de estas...
Esa fue la primera noche de verano, la primera noche de fiesta, la primera de muchas.
Lucía y yo habíamos decidido que este verano iba a ser inolvidable, al ser el último verano antes de entrar a la academia de baloncesto donde ambas habíamos sido aceptadas.
Ella y yo éramos mejores amigas desde tiempos inmemorables, nuestras madres se llevaban bien y habían decidido criarnos juntas.
Baloncesto juntas, clases juntas, colegio juntas, y futuro juntas por lo visto.
Vivíamos ambas en un pequeño barrio de Granada, muy hogareño y acogedor, excepto por las noches, cuando los universitarios montaban botellones en el parque cerca de nuestras casas.
Yo vivía en la calle principal y ella una más abajo. Era mi segunda casa.
-¡Natalia! Ha llegado Lucía.- la voz de mi hermana me sacó de mis ensoñaciones.
Habíamos acordado que ella vendría a recogerme para ir a la fiesta celebrada en una pequeña finca un poco a las fueras de la ciudad.
Me apresuré a retocarme la máscara de pestañas, cogí mi pequeño bolso blanco y corrí escaleras abajo.
Salí corriendo e hice un ataque Lucía consistente en abalanzarme sobre ella.
Yo llevaba una falda de cuero negro y un top de triángulo tambien negro, llevaba el pelo moreno oscuro, en excepción de mis dos mechones rubios frente a la cara, lacio y brillante.
Ella iba súper bien ceñida a su vestido corto blanco, un tirante se le bajaba ocasionalmente dejando al descubierto una serie de collares plateados. Llevaba el pelo moreno claro un poco ondulado, provocando unas ondas que daban envidia.
-Pero míratee, que pivon nena.- le dije yo, ganándome una pequeña risa
-Y tuuu.
Anduvimos unos 20 minutos, mientras el cielo oscurecía y, porfin, llegamos a la finca.
Estando fuera oíamos la música perfectamente y en algunos veíamos por las ventanas reflejos de varios colores.
Me recoloqué el bolsito y entramos.
Fue entrar y un grupito de chicos bastante atractivos se nos acercó.
-Oye te me haces familiar,- dijo uno de ellos mirándome a mí.- ¿Dónde te he visto yo antes?
Acto seguido sacó su móvil y buscó algo rápidamente.
Me tendió el móvil y me sorprendí al ver una foto mía en mis historias.
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-¿Eres esta no?, ¿n4ttxi14?- preguntó el mismo chico.
-Sí, pero ¿de qué nos conocemos? he subido mi historia para que solo la puedan ver mis amigos.
Se encogió de hombros y siguió buscando algo en su móvil.
Un chico de atrás, que también estaba mirando el móvil se lo tendió a Lucía.
-Entonces tu eres .luu_gg- afirmó el mismo chico que le tendió el móvil.
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- ¿Queréis algo para beber?- preguntó otro de los muchos chicos que estaban en esa multitud.
Lucía y yo nos miramos.
-Si, está bien.- respondió ella por las dos
Una hora más tarde estábamos fuera, dando una vuelta mientras hablábamos con cuatro de esos chicos.
El que me preguntó si nos conocíamos resulto llamarse Izan e íbamos nosotros dos más atrasados que el resto hablando de todo lo que surgía. Estaba un pelín borracha, pero lo suficiente sobria como para controlar mis palabras.
Volvimos a la fiesta y nos dispersamos, mi plan era liarme con Izan pero estuvimos tan entretenidos hablando que se me pasó.
Lucía ya se estaba besando con un chaval llamado Joel, alto, pelinegro y con unos músculos preocupantes.
Yendo a la cocina decidí que esa era mi primera noche, que menos que estrenar el verano cagándola. Total, que cogí todo el Jagger que tenían y lo junté con Fanta de limón.
Hay que decir que estaba buenísimo.
Después de eso todo se volvió borroso. Me acuerdo que me caí a la piscina con ropa, que alguien me sacó y que vomité encima de esa persona minutos después.
