-Oye, bonita,-Su voz sonaba apagada esa mañana. Y nunca lo noté. -Quiero verte.
-¡¿Osea que ya puedes salir?!- No intenté ocultar la emoción de mi voz.
-Plaza central, 5 minutos.
Esa mañana me desperté sin saber que iba a conocer a mi platónico. La felicidad me cegó, no me pregunte el porque. Quería creer que al fin mi vida con él sería posible. "El destino te perdonó, no olvides decirle los nombres para nuestros hijos, ¿dormirá contigo en la única cama del refugio?" Pensamientos inútiles de felicidad creada para cubrir el dolor que sentía.
Hacía un día frío. La típica niebla invernal cubria la plaza.
No tuve mucho tiempo para pensar. Una figura moribunda venía a lo lejos. Caminaba lento y sereno. La silueta parecía estar apoyando una mano en el estómago. Maldijé en silencio al momento en el que la primera lágrima salió.
Corría, me llamaba tonta, corría, las esperanzas se desvanecieron.
Lo abracé. Era poco más alto que yo. Comencé a llorar en su pecho. Sentí sus piernas perder fuerza. Se derrumbó.
Me senté junto a él y puse su cabeza en mi regazo. Acaricié su cabello. Desde la primera vez que lo escuché había soñado con ese momento. Estaba en silencio viendolo morir.
De pronto, un susurro. Todo se detuvó. Su boca, esa boca con la que había soñado. La misma boca en todas mis fantasías.
Dijo:
-Te amo.
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Platónicos
RandomLas relaciones a distancia no existen. No puedes manipular tu corazón pero si las palabras que dirás.