Capítulo 20: Nadie puede cambiar eso

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— ¡Sean todos bienvenidos al baile de bienvenida en honor a su real majestad, el rey Nash Ryan! —anuncié una vez todos los invitados habían llegado, ya que es mi responsabilidad dirigir los actos dirigidos a la realeza—. ¡Sin mas que decir, que empiece el baile! —con eso fue suficiente para que la multitud aplaudiera y la música empezará a sonar

Los eventos sociales nunca han sido mi fuerte, me dan bastante igual y nunca lo he ocultado, sin embargo, tener que mantener conversaciones de importancia con nobles de otras regiones, comerciantes de alcurnia, es una responsabilidad de la que no puedo huir y como rey de esta nación debó actuar como tal

Unos minutos después de la bienvenida y que las personas empezaron a recibir a Nash, se acercaron a mí con la intención de conversar, acción que para mi era innecesaria ya que la fiesta acababa de comenzar, así que, amablemente me dedique a rechazar las invitaciones a bailar y las tediosas sesiones de charlas sobre la excelente economía del reino y quién sería el prospecto que se casaría con mi hermana entre otras cuestiones con relación al reino

— ¡Su alteza real, la princesa Aine Stralis! —voltee en dirección a la entrada cuando anunciaron a mi hermana

En cuanto empezó a caminar por el centro del salón, los presentes se hicieron a un lado haciendo una reverencia conforme ella avanzaba, dejando ver su esplendor y carácter con cada paso que daba. Su vestido desprendía altivez y elegancia, su corona era la exacta representación del peso que implica ser una princesa y ella la lleva con la frente en alto y una expresión digna del temor de los demás

—Se que no lo digo a menudo, pero... te vez hermosa —exprese sincero, sin verla al rostro mientras ella tomaba asiento junto a mi trono

— Muchas gracias, hermano —agradeció con una pequeña sonrisa que detecte de reojo, sonrisa que no le provocaba desde hace meses—. Náyade bailará esta noche...

— Supongo que no es una pregunta... —inquirí volteando en su dirección, ella negó divertida—. Tu se lo pediste, ¿cierto? —asintió—, te haré una confesión —me miro curiosa, yo solté un suspiro antes de seguir hablando—... Todas las noches le pido a Cosmos, que me otorgue paciencia y sabiduría para poder tratar contigo, hermana mía —confesé irónico y ella solo puso los ojos en blanco y volvió su atención al salón—. Eso fue irrespetuoso de tu parte, una princesa no debe hacer esos gestos —regañe sarcástico al ver qué la estaba sacando de sus casillas

—Con todo el respeto que te mereces hermano, te digo que eres un imbécil

Antes de que pudiera responder a su insulto, las puertas se abrieron y los guardias hicieron a un lado a todos los presentes, abriendo espacio en medio del lugar mientras la música cambiaba de ritmo a uno lento, pero movido, acompañado una gaita y flautas

—¡Damas y caballeros, es un honor para mí, darle un presente especialmente dedicado al rey Nash Ryan! —anunció Vernon con una enorme sonrisa—. ¡Nuestra bailarina real los deleitará con una danza especial para nuestro invitado de honor!

En ese preciso instante, el hechicero invito a Nash al centro de la pista donde había colocado una silla, el rey, complaciente lo obedeció cuando el hechicero le pidió que tomara asiento y con una enorme sonrisa en su rostro, espero a que entrara su "presente" sin contar que la bailarina sería la mujer a quien llamó salvaje y seguramente se arrepentiría de ello

—Sin más preámbulos... ¡Que empiece la música! —ordenó Vernon, apartándose del lugar

Entonces mi mirada quedó impregnada a la silueta que entraba al lugar, su manera de caminar era tan cautivadora y sensual que era imposible no quitarle los ojos de encima, las curvas de su cuerpo eran resaltadas por el atuendo que lleva puesto dejando ver sus piernas y parte de su torso, su piel pálida y brillante era la combinación perfecta con el color negro azulado de la tela y las cadenas plateadas que adornan sus caderas y hombros, su larga cabellera plateada iba decorada con una tiara de diamantes que cubría su frente sosteniendo la tela que cubría la mitad de su rostro, dejando a la vista sus ojos penetrantes ante cualquiera. En este momento, la única palabra que encuentro para ilustrar la escena es: cautivadora

La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora