La noche clareaba como tantas veces, los árboles se mecían al compás del viento invernal y, de vez en cuando, de entre su frondosidad, aves multicolor alzaban el vuelo y atravesaban el cielo infinito. Un cielo negro como un mar de tinta, pero cubierto de numerosas estrellas, que me recordaba, cada que alzaba la mirada, a mi vida, mis recuerdos y en general a mi pasado, quizá también a mi presente o futuro. ¿Qué me aguardaba ahora? ¿Al fin una muerte honrosa? ¿Al fin obtendría ese descanso eterno que desde que tengo memoria o quizás desde antes de tenerla he deseado con tanta fuerza y anhelo? Sonaba demasiado bien para ser verdad. Después de todo, aún después de la pelea permanecería con vida, vencería a la bestia legendaria Cesaros que aguarda milenaria en lo hondo de la caverna de las mil ruindades (ubicada en lo hondo de este bosque) y las cicatrices seguirían acumulándose sobre mi cuerpo, aquí y allá, como un permanente recordatorio de que aún vivo y lo seguiré haciendo.
Con la linterna a pilas que compré en el pueblo más cercano, procuraba iluminar lo mejor posible el mapa que sostenía entre mis manos en medio de la negrura absorbente. Estaba hecho de un papel tipo pergamino y presentaba un aspecto avejentado, con manchas de sangre de una fecha desconocida, así como pequeños rasguños en los contornos. Quienquiera que lo haya bosquejado pareciera que lo hizo en una situación de vida o muerte, de completo pánico. Los trazos eran turbulentos, lo cual incita a pensar que los nervios le jugaron una mala pasada. ¿Tanto valía la pena bosquejar un mapa en tus últimos momentos de vida? ¿Qué tenía de importante la bestia legendaria Cesaros o su miserable cueva respecto al valor de la vida? Algo más allá de ella, teoricé.
El mapa lo encontré por pura fortuna. Un día entre días, mientras caminaba por las entreveradas calles del pueblo Luxus, crucé miradas con un pequeño anciano con brillosa calva y pelo canoso por los laterales, que le confería a su cabeza un aspecto de un nido de blancas plumas que sostenía un gigantesco huevo. Al verlo, contuve mis ganas de reír a carcajadas. Pero pese a ello una sonrisa chueca se escapaba de mis labios. El hombre se percató de mi reacción e inmediatamente respondió con una gentil sonrisa, cálida como una buena sopa. Entonces mis sentidos volvieron a la normalidad y mi mirada se tornó de nuevo sombría, como ajena de todo.
-Tu ansías la muerte, ¿verdad? -dijo el anciano, mientras se atusaba su larga y frondosa barba plateada que le llegaba hasta las caderas.
-Eso a usted no le incumbe, anciano-acometí.
-Uy, uy, uy. Claro que me concierne, jovencito-respondió el anciano-. Después de todo, nuestros destinos están más entrelazados de lo que usted piensa.
- ¿Nuestro destino? ¿Eres acaso un mago visionario? -respondí con un poco de asombro. Teóricamente, esa magia había sido dada de extinta hace siglos. ¿Acaso me tomaba el pelo?
- Nada de eso, es solo un presentimiento-respondió-. Toma esto, quizá te sirva en conseguir aquello que tanto ansías. O, en cualquier caso, puede que solo te hagas más fuerte de lo que ya eres.
Posteriormente procedió a explicarme a dónde dirigía el mapa. Y si bien la idea de que un papel polvoso me llevaría a la legendaria bestia Cesaros sonaba a una completa estafa, no me quedaba más remedio que probar suerte en que la encontraría y que, después de un enfrentamiento merecedor de narrarse en leyendas generacionales, finalmente mi alma podría descansar en paz a manos de Cesareos o de quien fuera. Solo quería morir en pelea, poner punto final a todo... Este pensamiento me embarcaba a tomar cualquier riesgo sin vacilación. Y la búsqueda de Cesaros no sería la excepción. No obstante, tampoco sembraba especiales esperanzas de que Cesaros sería capaz de matarme. Con anterioridad había enfrentado a otras bestias milenarias, quizá eso sí menos poderosas que Cesaros, pero a quienes de todas formas derroté con no mucha dificultad. En cualquier caso, mi destino se decidiría una vez descendiera a la caverna de las mil ruindades, poseedora del tesoro de Cesaros.
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Rey de reyes
FantasyHaku es un joven de dieciseis años el cual ha deseado morir desde que tiene noción del tiempo o quizá desde que respiró por primera vez. No obstante, quiere hacerlo de forma digna. "¡El suicidio es un insulto!" Morir en pelea es su mayor anhelo, per...