― ¿Ya? ¿Lo puedo leer?― Blas preguntó, arrebatándole la hoja en blanco con la que llevaba más de hora y media―. Vas bien. Vas re bien. Este párrafo me pareció muy emotivo― añadió, entre risas.
Matías resopló indignado por el arrebato pero no tenía ninguna excusa o comentario inteligente para explicar su falta de creatividad, así que solo guardó silencio por unos minutos. Se supone que esto no debería ser tan complicado, se casaba en menos de tres semanas con el amor de su vida. Malena era perfecta. Ella que había estado ahí durante los últimos tres años. Con la que hizo cientos de planes y la imagina claramente como una compañera y la madre de sus hijos. Sin embargo, no había sido capaz de poner en palabras todos los sentimientos que tenía por ella. No era capaz de escribir sus votos.
― Escuché que ella quiere enmarcar los votos. Tenes que apurarte, boludo.
― ¿Enserio?― Matías resopló de forma sarcástica arrebatándole el papel y luego haciendo un bollo con el mismo―. ¿Por qué todo tiene que ser una mierda? Solo tengo que poner algo. Pero no sé qué poronga poner. Decime boludo, ¿Qué escribirías vos?
― ¿Queres que yo te aconseje? ¿Por qué no aceptas de una vez que no queres casar? Si vos no te casas mi viejo y Jota no me van a joder con eso ― Blas bromeó, y al notar que no hubo ni un atisbo de risa en la cara de Matías supo al instante que toda la situación de los votos matrimoniales estaba volviendo loco―. La puta madre, no queres casarte, boludo. ¿Por qué? ¿Pasó algo con Male?― le preguntó, sin obtener respuesta alguna―. Si no queres casarte me avisas. Me calzo las zapas, agarro la moto de Jota y te paso a buscar. Como en las películas de trolos.
Matías esta vez se dio permiso de sonreír un poco, porque ese es el tipo de tonterías que su amigo haría sin pensar. A veces no podía entender como Blas siendo uno de esos chicos considerados "genios" podía tener ideas tan absurdas. Tampoco entendía cómo pudieron volverse tan buenos amigos, ya que parecen venir de mundos muy distintos. Blas está al borde de cumplir los veintinueve, y no solo se había graduado de ingeniería en una costosa universidad sino que lo habían becado para una especialización en Japón. Es muy bueno con todo el asunto de las computadoras que una empresa genial como Google lo contrató después de su primera aplicación. Vive solo en un departamento en el mismo edificio que Matías, pero recibe las visitas de su padre y su padrastro. No tiene pareja. Y no planeba tenerla. Su última novia fue durante el colegio. Él simplemente era un tipo distraído con todo lo que no tenga que ver con informática, también es algo maniático e infantil por ser hijo único. No es del tipo con el que una chica quisiera cruzarse. Mientras tanto, Matías era todo lo contrario, había estudiado informática gracias a una beca del gobierno que había obtenido después de librar muchas batallas. Actualmente, daba clases en varias secundarias, y al igual que Blas está casi al borde de los veintinueve, con la clara diferencia que él está listo para casarse y formar una familia.
―Siempre has sido bueno escribiendo. No lo pienses demasiado―Blas trató de animarlo―. Pero, no intentes usar google porque es la salida fácil. Todos usan google. Ella se va a dar cuenta y vas a terminar como un meme de twitter.
― Gracias por recordármelo.
―Ah, y no pasa nada si no tenes ganas de casarte― Blas suspiró, no quería decirlo pero su incontinencia verbal fue mucho más fuerte―. Tipo te vas a ahorrar plata y siempre puedo decirle a mi viejo que sos más fracasado que yo.
― ¿Por qué somos amigos?
― Porque me salvaste de ahogarme cuando fuimos a Mardel. Muy en el fondo siempre supe que me querías chapar― Blas se echó a reír. Porque si había algo que Blas no tenía era un sentido correcto del humor―. No sé. ¿Por qué no probas con Esteban? Él debe tener mejores consejos que yo. Sos un boludo, Matias. Uno muy grande.