Daphne nunca pensó que podía tener un alma perdida sobre el hilo rojo, sin embargo aparecerá barreras que será difíciles de afróntar.
¿Enamorarse con solo una mirada?
Luego del fallecimiento de su padre, siente que ya no es la misma, que solo es es...
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El sol radiaba totalmente, desorientada sobre qué está pasando, observo a mí alrededor y compruebo que estoy en este lugar nuevamente, el lago cristalino invadió totalmente mi atención, sentí un leve tacto sobre mí en la palma de mi mano, volteo y era él.
—Daphne, pasaron varias cosas ¿Verdad? —me pregunto, suspire y empecé a recordar.
—Si, mi mente es como un río, nunca saldré de ahí y me ahogare.
—Todos pensaremos de esa manera en algún momento, posiblemente yo —se señala a si mismo Esteban.
—¿Cómo crees? Tú no debes ni deberías sufrir.
—Nadie es excepción, ni sabemos que persona le importamos.
Le miro con asombro, él nunca es así y tengo que saber su comportamiento.
—Necesito saber que sucede, no eres de esos pensamientos —me atrevo a agarrar sus manos e intento buscar su mirada.
—Disculpa si me estoy comportando así, por primera vez me deprimen mis emociones, estoy en una nube lleno de lluvia.
—Tú también discúlpame si no he venido en ningún momento, lo más seguro estas molesto conmigo o algo peor.
—Por supuesto que no —me agarra el rostro —nunca lo estaría.
Nos miramos por un buen momento, sus ojos me hechizan en cualquier parte de mi mente, mis emociones totalmente desaparecieron, mis sentimientos vienen de nuevo y más fuerte.
—Creo que te incomode —me dice quitándome las manos sobre el rostro.
—No te preocupes, tranquilo.
—Veo que te sientes más mejor, haz ido a terapias por lo que veo —sonríe.
—Fue lo mejor, era una decisión que se venía venir —me encojo de hombros.
—Como desearía que desaparecía tu sufrimiento, Daphne, eres una persona muy valiosa, no dejes que nadie te destruya por dentro.
Sus ojos son como brillos sacados de las estrellas, su aura hipnotiza totalmente, no se me ocurre ninguna palabra porque mi voz ya no existe en este momento, mi debilidad viene de nuevo cuando deseo ocultarla, ni en la oscuridad dejaría de brillar.
—Gracias por tus palabras Esteban -le devuelvo la sonrisa.
—Es tan tranquilizante estar contigo —me dice.
—Sí, ¿Nunca te iras cierto? —le pregunto.
Todo se hace un silencio repentino.
Esteban
No respondo en lo absoluto, tengo la mirada perdida a la nada, siento la tensión sobre la pregunta, es como que se detuvo el tiempo, como un abismo en el aire profundo, como un desierto en la noche.
