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Cuando sangre se deslizó por mi espada mi tripulación me veía sin ninguna expresión, y no pasó mucho tiempo cuando se comenzaron a esparcir como si nada hubiese pasado

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Cuando sangre se deslizó por mi espada mi tripulación me veía sin ninguna expresión, y no pasó mucho tiempo cuando se comenzaron a esparcir como si nada hubiese pasado.

Uno más, uno menos, de todas formas esa hada volverá a hacer lo mismo una y otra vez, contaminando Nunca Jamás de niños para convertirlos en futuros Peter Pan, todo esto por medio de engaños, utilizando juegos y prometiendo un futuro incierto donde la infancia parecía ser eterna.

Yo sabía mejor que nadie que no lo era; por eso no podía permitir que los Peter Pan que llegaban, conquistando a toda la gente con su carisma en infantilismo, me quitaran mi barco.

Ya perdí la cuenta de cuántos niños habían llegado aquí con el propósito de quitarme el sombrero y el garfio para festejar con la gente que el temido Capitán Garfio había caído junto con su tripulación de marginados, lo que me hace pensar que esa jodida hada sabía perfectamente cómo jugar sucio y nadie estaba enterado de nada. Y si lo sabían, preferían callar para que el nuevo Peter Pan lo descubriera por sí sólo, y eso me involucra a mi, pero no iba a permitirlo.

No importaba lo que hiciera o cuantas cartas moviera a mi favor, nadie entendería la razón del porque pongo todo mi empeño en matar sin escrúpulo a un niño que no quería crecer para quedarse en un mundo donde ser adulto era casi imposible.

Pero Peter Pan no sabía muchas cosas. Lo obligaban a mantenerse en la ignorancia, tomando este mundo como un juego; ese nuevo niño héroe habría de tomar todo lo que quisiera a su paso y destruirlo sin tener consideración en lo que lo rodeaba y estoy seguro que tampoco sabe qué es lo que estaba haciendo, hacía de las suyas con su hadita estúpida y la gente lo alababa. Entonces entendí, después de ver como la gente me odiaba por quitarles a su héroe, que nadie entendería el porqué hago lo que hago.

Y no hacía falta ser inteligente para comprenderlo, la razón era simple: el Nunca Jamás se había convertido en mi hogar.

Algunos Peter Pan se quedaban lo suficiente para explorar todo Nunca Jamás, jugando a cazar con los indios, maltratando a los pobres seres que se les cruzaban en sus caminos porque para ellos era divertido, arrancando la pobre flora y pisoteando la fauna porque seguía siendo, al fin y al cabo, el héroe,y nadie le decía nada. Luego, tenía la osadía de despedirse con una sonrisa de las tribus que dañó y cargando sobre el hombro una cantidad enorme de carne exquisita que yo en su momento desee probar.

Unos días más tarde, después de haber maltratado la naturaleza terrestre, se iba por la marina, fingiendo estar a gusto con las sirenas, cantando con ellas para luego comer a sus espaldas un buen filete.

No es que yo fuera un gran ser humano, he de admitir que como pirata no era la persona más puritana que haya pisado Nunca Jamás, y me he de juzgar yo mismo por eso, porque así como cuido mi hogar, también me veo en la necesidad de lastimarlo un poco con tal de sobrevivir.

Pero Peter Pan y yo no éramos iguales.

Él venía, no importa quien fuera, cuántos años tendría o de qué país provenía, no tenía importancia si su familia era rica o por el otro lado no tenían donde caerse muertos, nada de eso tenía mayor peso porque todos eran iguales cuando llegaban aquí, siguiendo el mismo patrón de ambición destruyendo todo con sus infantiles manos y a la gente no le importaba en lo más mínimo, hasta que en el horizonte dejaba mostrar mi barco, alzando con orgullo las velas negras para advertirle que su tiempo de diversión había acabado y que mi maldito hogar no era su parque de diversiones.

𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐈𝐑𝐀𝐓𝐀 (𝔅𝑜𝑜𝑘 𝐼)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora