-Capítulo 6-

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Por favor, tienes que salvarme. Volver a estar juntos, como antes, como siempre. No dejes que me consuma, no dejes que me quite hasta el último aliento de vida que tengo.
Por favor, Adrien...

Por favor...

×××

Adrien despertó de un brinco; un sueño que parecía más real que nada. Ladybug suplicaba por su vida, le pedía que la salvara pero ¿salvarla de qué? ¿o de quién?

-¿Pesadillas? -preguntó Plagg.

-No sé qué significa eso, Plagg. Fue demasiado real, pero tal vez lo soñé por ver mal a Ladybug hoy -se levantó por un poco de agua-, hablando de eso, ¿por qué parecía enferma y débil?

-Bueno niño, no sé si sea correcto decírtelo -el kuami se dió la vuelta, pensativo.

-¿Es algo malo?

-Malísimo.

Adrien sintió un escalofrío recorrer su columna, debía saber la razón, descubrir que pasaba con Ladybug y qué pasaría con ella después. No se podía permitir perder a alguien más, él se sentía a salvo porque ella existía; porque con ella, él sentía que era capaz de derrotar al villano más fuerte de todo Francia, porque ella le hacía creer que todo estaba bien y si ella le decía que la siguiera, que nada le pasaría; él lo haría ciegamente.

×××

Marinette lloró, suplicó y le rogó a Tikki para que le revelara la verdad, pero la pequeña criatura se negaba. Sabía que no le correspondía, que le correspondía al gran guardián así que le dijo que solo esperara.

-¡No puedo esperar, Tikki! ¡mira cómo está mi nariz! -gritó exasperada-, a este paso voy a terminar muerta.

-Marinette no digas eso. El gran guardián sabrá que hacer antes que eso suceda.

-¡¿Antes que eso suceda?! ¡¿o sea que...

-¡No! no tomes mis palabras literales, por favor -Tikki se acercó a la mejilla de Marinette y le dió un abrazo pequeñito-, confía en mí.

No le quedaba otra opción; ella no sabía en dónde encontrar al guardián, ni siquiera sabía quién era. Sostenía una compresa fría sobre su nariz que se encontraba roja. Por suerte no estaba rota, al final el miraculous si había amortiguado un poco el golpe.
Se preparó para bajar a desayunar.

-Buenos días princesa -saludó Sabine.

-Hola, mamá.

-¿Estás bien? te noto un poco... -se quedó en silencio al ver la nariz de Marinette- ¿qué te pasó? ¿fue Chloé?

-¿Qué? no, mamá, por supuesto que no. Es que ya sabes cómo soy de torpe y... y me piqué con una pluma estudiando -rió-, me sangró la nariz y se me hizo así.

-Debes tener más cuidado, un día podrías matarte -bromeó Sabine pero Marinette no lo tomó con gracia, aún así sonrió.

-Debo irme, no quiero llegar tarde como siempre.

Tomó su mochila, le dió un beso en la mejilla a su madre y salió de la casa. Le gustaba caminar, pero en el estado en el que estaba su tobillo y el cansancio que tenía encima, le hicieron preferir llegar en bus al instituto. Cuando entró, vio a Alya con Nino y fue hasta ellos.

-Amiga, ¿quién te dió semejante golpe? -preguntó Alya.

-Yo misma, Alya. Yo misma -suspiró y, pocos minutos después, llegó Adrien con Alizee.

-Hola, viejo.

-Ho... -no terminó de hablar cuando observó a Marinette-, ¿quién te hizo eso?

-Ah... uh... y-yo n-no... nadie -Adrien achicó los ojos.

Marichat: El inicio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora