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TENIA PLANEADO SEGUIR FINGIENDO QUE NO SE DABA CUENTA DE LAS COSAS. No era la más lista pero tampoco la más tonta, lamentablemente era consciente de que lo suyo era la fuerza bruta y no tanto el cerebro... Pero algo tenía.

Justamente porque no era muy avispada, fue que tuvo que mirar más de una vez por detrás de su hombro a ver si su 'fan' la seguía o no.

Pero algo en su vida del día a día se había vuelto más pesado. Por las mañanas le costaba salir de la cama y a la noche le costaba dormir. Siempre pensando en lo mismo. Se sentía sucia; cómo si no estuviera liberando sus males.

Y llevaba casi un mes sin 'ayudar' a la justicia. Tenía veintiocho días sin castigar a alguna persona perjudicial.

Esa misma mañana, después de posponer varias veces la alarma y agradecer la existencia de los días Viernes, fue a trabajar con un poco de entusiasmo. Presentía que hoy era el día.

Y realmente esperó que Patrick no decidiera aparecerse ese día, el día anterior tampoco la había visitado y eso le permitía respirar un poco más. Era bastante evidente para ella que él había notado algo raro en su comportamiento y por eso la vigilaba.
Aunque en realidad lo que no sabía es que él ya la tenía totalmente atrapada, mas no quería entregarla.

Y entonces, por la tarde, salió del trabajo y se dispuso a volver a casa con una serena pero rápida caminata. Su casa no quedaba lejos del registro civil, por lo que podía caminar atravesando el parque y llegar a su casa con algo de aire fresco respirado.

Poniéndose los audífonos para ambientar un poco el pequeño paseo, movió la cabeza al ritmo de Radiohead volviéndose ignorante de lo que sucedía a su alrededor, distrayéndose con el volúmen alto de la música.

La música era su mejor compañía hiciera lo que hiciera. De pequeña solía grabar las canciones en la radio y las repetía una y otra vez en los pocos casettes que tenía.
Claro que su cerebro lo había bloqueado, y nunca estuvo totalmente segura de que hubiera sucedido, pero la música había activado defensas desde que su madre la ponía para evitar que oyera los problemas en casa. Y funcionó, porque Delilah nunca aceptó lo que sucedió y siempre ignoró al trauma.

Por eso, sus audífonos siempre la acompañaban en sus hazañas.

Al llegar a la esquina del parque y ver hacia ambos lados para cruzar la calle, fue bajando el volúmen mientras mas se acercaba su llegada a casa. Sacó las llaves de su cartera, las introdujo en la puerta y giró abriéndola.
Como siempre, se quitó los zapatos y los calcetines al llegar. Dejó sus cosas por algún lugar tiradas, se quitó la ropa para ponerse cómoda y a oscuras en la casa, y se dejó caer en la silla frente al ordenador, pensativa.

MADNESS; Patrick Jane.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora