¹

258 22 10
                                    

Sus tobillos estaban heridos. 

Andando por senderos inconclusos, se descubre que hay caminos intrínsecos a la gloria; y que los hay otros que emergen del vacío, para cambiar ciertos planes, iniciar a las personas, arruinarlas; para salvarlas, o consumar su fin. 

Que florezca el capullo si debe, que se marchite si no. 

Independientemente, siempre existían estos... Puntos de convergencia: Empujando nuestros pies, tirando de nuestros cabellos, arrastrándonos a un evento tan inevitable como necesario. 

Para ____________, por ejemplo, las rejillas del suelo rechinaron cuando ya era muy tarde para darse cuenta de que estaba en medio de un enorme agujero a cientos de metros del suelo. 

____________ deja de moverse; uno de sus pies queda suspendido en el aire.  

Mientras el sudor se desliza por sus mejillas, sostiene su bolso con fuerza reprimida; el tintinear de los objetos que allí carga termina por llamar la atención del ya-no-tan-lejano enemigo: El suelo de rejillas bajo sus pies se balancea con cada paso de los muertos vivientes, él retrocede un pie por inercia, pero entonces el metal vuelve a rechinar con un estruendo delatante. 

Escuchando los pasos que se dirigían a él y bajando la vista a los 'pocos' pisos de vacío, ____________ se dijo: "¿Qué tanto puede doler?". 

Y mucho demasiado era la respuesta, pero podría meditarlo más tarde. 

____________ comienza a contar hasta tres, pero decide saltar en el dos, como para sorprenderse. ____________ salta en su lugar una vez tras otra con la esperanza de romper lo que quedara de superficie bajo sus pies y caer esos metros de altura con vida hasta el piso más bajo. 

Incluso este horrible plan es, no obstante, más difícil de lo que parece: La rejilla resuena y se tuerce, pero no se rompe. 

Como si hiciera un berrinche por su propia vida, el metal se estira y se infla, aferrándose con uñas y dientes al cemento y a los clavos de la vieja construcción. 

Pero eso, claro, al chico no le conviene nada. 

La rejilla le reclamaría por egoísta, ____________ pensaría que ha pasado tanto tiempo solo que está alucinando. 

Pero pronto, cuando diera por sentado que los muertos no le temen al dolor, ____________ ya está soltando improperios y todas las faltas de respeto habidas y por haber, pateando los tornillos y los seguros en el metal con una mezcla absurda de apuro y cólera. 

Los zombies que se acercan creen que no les servirá de mucho comérselo con ese nivel tan pobre de ingenio: Su persecución se reinstaura solo porque en tiempos de escasez, la comida no se juzga. 

Esto es motivo de angustia, y aún más desesperado que antes, ____________ salta repetidas veces en su lugar en un ritmo apto para malograrle los pensamientos, cada vez con más fuerza que la anterior, hasta el punto de tambalear el edificio en ruinas con él. 

Y consigue lo que busca: La reja oxidada se parte, los zombies caen a un precipicio que resulta ser más alto de lo que supuso, y entonces la idea de caer al vacío ya no suena tan genial. 

Apenas y saborea la victoria. El suelo se va despedazando una parte tras otra hacia él, para llevárselo al vacío con los demás. 

—Oh, capitán... —murmura. 

Y empieza a caer. 

Algunos cables viejos se cruzan en su camino, pero no son suficientes para amortiguar su caída. 

O, mejor dicho, ____________ no es lo suficientemente fuerte para sostenerse. 

Bajando por la cuerda a gran velocidad, ____________ quema las capas de piel que le quedan en las palmas en el transcurso; es por eso que suelta un gruñido adolorido cuando deja de caer y su cuerpo se suspende en el aire. ____________ ha sacado fuerza de voluntad para levitar sobre el vacío, colgando de viejos cables que no van a soportar su peso por mucho.  

Ottosu: Gotas de vida | Humans vs Zombies FictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora